«Los salesianos vamos a dar batalla porque los jóvenes nos necesitan»

2 septiembre 2014

 
1.Nacido en Almería, formado entre Valencia y Barcelona, y primeros años de vida salesiana en Cataluña. ¿Quién es en realidad Cristóbal López?
 
Soy un hijo de Dios –¡este es mi mayor y mejor título!– y, como tal, hermano universal. «Mi casa es el mundo, y mi familia, la humanidad»: este lema me ha inspirado desde joven, y me ha facilitado sentirme en casa tanto en Andalucía como en Cataluña, en España como en Paraguay, en Marruecos como en Bolivia. Dentro de la familia de los hijos de Dios, me siento un seguidor enamorado de Cristo con el estilo de Don Bosco y, por tanto, «salesiano». Todo lo demás, incluido el sacerdocio, lo integró en esa palabra: salesiano. Salesiano sacerdote, maestro, educador, comunicador… pero salesiano. Salesiano y, por tanto, padre, maestro y amigo de los jóvenes. No sé si esto define quién soy, pero al menos sí dice quién quiero ser.
 
2.¿Qué le sugieren estos lugares: Paraguay, Marruecos, Bolivia?
 
Miles de recuerdos y emociones, de personas amigas, de vivencias intensas. Son casi treinta años distribuidos entre Paraguay –dieciocho–, Marruecos –ocho– y Bolivia –los tres últimos–. En esos tres ambientes he podido desarrollar mi vocación salesiana en lo que considero la etapa central de mi vida, desde los 20 a los 60 años. Lo que venga a partir de ahora es casi casi una propina añadida, un regalo que, ciertamente, voy a intentar vivir con la misma intensidad y entrega.
Paraguay, Marruecos y Bolivia son ya parte de mi ser, de mis afectos. Son patrias chicas que me han dado mucho y a las que me he dado íntegramente. Amo entrañablemente esos pueblos, su cultura y sus gentes; como amaría también cualquier otro lugar adonde Dios me condujese… No los amo porque me hayan gustado, sino que me han gustado porque los he amado ya antes de conocerlos.
 
3.Misionero ad gentes… ¿y misionero de nuevo en Europa? ¿Cómo se percibe la vida cristiana en esta orilla? ¿Qué hacer para volver a evangelizar esta cultura occidental?
 
Soy de la convicción de que todos somos misioneros, en cualquier lugar donde estemos. Y eso de ser ad gentes es muy relativo; si tomamos como baremo la práctica religiosa y el sentido de pertenencia a la Iglesia, España es hoy día más «país de misión ad gentes» que Latinoamérica.
Yo veo la vida cristiana en España purificada y clarificada: son menos los que se consideran y declaran oficialmente católicos, pero entre quienes lo hacen hay un mayor nivel de autenticidad y de compromiso. No me preocupa el número y las estadísticas, sino la calidad de la vida cristiana de aquellos que nos sentimos seguidores de Cristo. Los cristianos no somos la «masa» sino la «levadura» en medio de la masa. ¿Qué sería un pan donde todo fuera levadura? No es posible. Pero tampoco un pan sin levadura no tiene gracia ni sabor. Somos, como Iglesia, signos e instrumentos del Reino. Y de un signo lo que importa no es el volumen o la cantidad, sino la autenticidad y su legibilidad. Si un enamorado quiere mostrar su amor a su amada, no es necesario que le envíe un camión de rosas; basta una, pero que sea hermosa y que responda a sentimientos sinceros de amor hacia ella.
 
4.Hace un año llegó a Roma un Papa latinoamericano… ¿Cómo era la influencia de Bergoglio –provincial jesuita primero, arzobispo y cardenal después– en aquel continente?
 
Si me permite, hablaré no del provincial ni del cardenal, sino del papa Francisco. Viendo como se desempeña en su rol de obispo de Roma, constato con alegría cómo los impulsos del Espíritu en Puebla, Santo Domingo y Aparecida, y el pensar y actuar de la Conferencia de Latinoamericana de Religiosos, están tomando carta de ciudadanía universal y la savia espiritual latinoamericana está alimentando todo el árbol de la Iglesia. Es un enriquecimiento para todos. La Iglesia que está en Latinoamérica devuelve ahora a la Iglesia universal, gracias a la figura del papa Francisco, algo de lo mucho que recibió a lo largo de los cinco primeros siglos de evangelización y vida cristiana.
 
5.Los salesianos acaban de celebrar su Capítulo General 27: «Testigos de la radicalidad evangélica». ¿Cómo ha vivido Cristóbal López esta experiencia de su congregación?
 
Ya participé del Capítulo General 24, en 1996. Esta segunda vez he vuelto a vivir esta experiencia como una gracia de Dios para mi vocación salesiana. Hemos vivido todos la experiencia de la universalidad de dicha vocación, de la adecuación del carisma y espíritu de Don Bosco al mundo de hoy y a la geografía universal. He disfrutado con las realizaciones de nuestros hermanos en la India, en Africa, en tantos países del mundo entero. Me he conmovido al constatar la vitalidad del espíritu salesiano en la persona de salesianos que son verdaderos héroes de la caridad, el entusiasmo y crecimiento de la Familia Salesiana (¡más de 30 grupos, asociaciones, congregaciones!). Me he sentido orgulloso de ser lo que soy y no he podido sino dar gracias a Dios por la vocación a la que me ha llamado. En breve: he podido constatar que Don Bosco sigue vivo, gracias a tantos hermanos y hermanas religiosos y laicos.
 
6.De provincial de Bolivia, donde llevaba solo tres años, a animar la vida religiosa y la acción apostólica de los salesianos de media España. Un cambio muy brusco, ¿no?
 
Más brusco fue pasar de Paraguay a Marruecos: ahí fue un cambio de lengua, de cultura, de ambiente religioso. Fue un empezar completamente de cero a establecer una red de relaciones humanas, fue verdaderamente un triple salto mortal… pero salió bien, por la gracia de Dios.
Ahora, ciertamente, el cambio ha sido brusco por lo inesperado y por dejar en Bolivia una tarea a medias… pero estoy hecho a este tipo de cambios. Y en este caso al menos conocía ya a casi la mitad de los hermanos, la lengua, la historia, la cultura… Ha sido un volver al amor primero, a la casa primordial, al origen más profundo. Creo que el Señor me ha dado una cierta capacidad de adaptación y de encarnación rápida a ambientes y lugares, y quiero ponerla al servicio de la misión entre los hermanos y los jóvenes.

7.La reciente reestructuración de los salesianos en España, de seis provincias religiosas a solo dos, ¿quiere ser realmente un relanzamiento del carisma, o en el fondo es un «sálvese quién pueda»?
 
Una casa se compone de varias habitaciones y espacios. Cuando estos no son ya funcionales, no sirven adecuadamente a la familia, se reestructuran para que la casa siga ofreciendo las mejores prestaciones a quienes en ella habitan: se derriba un tabique y se hace una sala más grande, se rehace el baño, se amplía la cocina para que sirva también de comedor, este se transforma en sala de estar, y así… La casa salesiana de España ya no era funcional porque el número de los religiosos que en ella habitan está disminuyendo: por eso se han derribado algunos tabiques que ya estorbaban y se han hecho salas más grandes. Pero la familia sigue viva, y las tareas vigentes. Estoy convencido de que esta reestructuración es una ocasión para relanzar el carisma salesiano, para vivirlo con mayor radicalidad y autenticidad, y para prestar un mejor y mayor servicio a la juventud de nuestro país.
Así que nada de «sálvese quien puede», nada de un «apaga y vámonos», nada de preparar con tiempo un entierro digno. Los salesianos vamos a dar batalla, porque los jóvenes están ahí y nos necesitan, y porque nuestro estilo de vida es un don de Dios a la Iglesia y a la sociedad, un estilo que vale la pena, da sentido a la existencia y es capaz de enamorar y seducir.
 
8.Los datos hablan de los más bajos índices de religiosidad entre los jóvenes españoles…
 
Puede ser. Es cierto que se ha abierto una brecha generacional en este sentido, que ha habido una o dos generaciones en las que la transmisión de la fe de padres a hijos no se ha dado como en otros tiempos. Es cierto que el índice de ignorancia religiosa es alto y que el estilo de vida materialista–individualista–egoísta–competitivo está dominando todos los ambientes. Pero no es menos cierto que el Espíritu puede dar un bufido en cualquier momento y transformar en poco tiempo esa realidad en otra. De hecho los expertos hablan de una recuperación de la interioridad y de la trascendencia, de la oración y de la meditación; hay un consenso bastante generalizado en afirmar que la ciencia no da respuestas a los profundos interrogantes de la vida, y que la técnica por sí sola no soluciona los graves problemas de la humanidad. Todo ello hay que buscarlo a otro nivel, no en competencia con la ciencia y la técnica, que tiene su lugar. Por naturaleza y por fe, soy optimista. No en vano creo en Cristo resucitado, gracias al cual, aunque perdamos algunas batallas, tenemos asegurado el triunfo final; aunque perdamos algunos partidos, «la Liga» está ganada; por Él y gracias a Él, no a nosotros. Tengo esperanza.

9.Por terminar. Tratándose de un salesiano: ¿María Auxiliadora?…
 
En mi vida como salesiano, he podido conocer expresiones muy diversas de la devoción mariana. Paraguay, en ese sentido, fue para mí una escuela de religiosidad popular, sencilla pero intensa, profunda y sincera. Paraguay me devolvió la ternura y el afecto como elementos a vivir en la intimidad de la relación con Dios y, concretamente, a través de la presencia de María.
En nuestra provincia religiosa, tan extensa, la manera de vivir la devoción a María es muy, pero que muy diversa. Yo intento disfrutar con todas y adaptarme a todos («griego con los griegos, judío con los judíos», con san Pablo), porque cada hijo tiene el derecho de expresarle a su modo y manera el amor a la Madre común a todos.

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