¡Somos gente de Pascua!

12 abril 2017

Siendo joven salesiano -creo que fue en 1970, y ha llovido bastante desde entonces- me confiaron la tarea de preparar y hacer las moniciones para la Vigilia Pascual celebrada en el seminario.

Prepararlas me obligó a leer todo el ritual y me permitió empaparme profundamente del sentido de esa liturgia excepcionalmente bella. ¡Qué descubrimiento fue para ese adolescente de 17 años que yo era! ¡Y cómo viví desde entonces esa que es la celebración central y principal de la vida cristiana, la “madre de todas las vigilias!”.

Más adelante los estudios de liturgia y de salesianidad me ayudaron no sólo a profundizar en el sentido pascual de toda la liturgia y de toda la existencia cristiana, sino también a descubrir que la espiritualidad salesiana, con sus características de cristocentrismo, alegría y fiesta, es esencialmente pascual.

El Señor me regaló el poder celebrar la Pascua con jóvenes, y con estilo juvenil, muchas veces: ¡qué gozada y qué satisfacción poder compartir con ellos la explosión de Vida que es la Pascua, la Resurrección! Daba lo mismo que fuese en España, en Paraguay, en Marruecos o en Bolivia: el “Aleluya porque Cristo ha resucitado” cambia de idioma pero suena igual en todos los corazones, sean éstos africanos, americanos o europeos, y es que Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, aquí, allá y en todas partes.

¿Por qué cuento todo esto? Porque quiero que la cadena continúe: si hubo quien me dio oportunidad de descubrir el gozo de la Pascua, quiero yo ahora ser ocasión de que otros hagan y vivan la misma experiencia.

Si no puedes participar de la bendición y procesión de Ramos, paciencia (¡la eucaristía de ese día es más importante que la procesión!).

Si no puedes estar en las celebraciones litúrgicas del Jueves y del Viernes Santo, ni en las procesiones de esos días, mala suerte.

Pero, por favor, por lo que más quieras…. ¡no te pierdas la Vigilia Pascual! ¡Es más importante que todo lo demás! Y que no valga la excusa de que es tarde y dura mucho: para lo que nos gusta y valoramos, el tiempo no cuenta.

Vivir intensamente los 40 días de la Cuaresma, que son preparación a la Pascua, y no celebrar ésta, ¡es un contrasentido y un absurdo! ¡Preparamos la fiesta y no la celebramos!

 Así que… ¡a no faltar! Buena Cuaresma… ¡y mejor Pascua!

Cristóbal López

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