Soluciones rápidas

4 abril 2017

Llegar hasta el fondo de las causas y encontrar las raíces de los problemas, en esto, me insistía, muchísimo, mi profesor de psicología-social allá por el año 94 cuando estudiaba sociología en Granada. Desde entonces, cada vez que me sitúo ante un problema o situación embarazosa intento realizar un diagnóstico lo más certero posible y buscar las posibles causas. Este proceso de análisis, permite buscar soluciones que afronten los problemas de raíz y no sólo palien los síntomas. 

Es lo mismo que, puede ocurrir, en el mundo de la medicina, podemos ir al médico para que nos recete cualquier analgésico para que nos alivie el dolor, la fiebre, el malestar, pero si no buscamos cuáles son las causas de estos síntomas, probablemente volverán a aparecer una y otra vez.

Es por eso, por lo que me sorprende, en numerosas ocasiones, el modo de afrontar los problemas de nuestros responsables políticos e institucionales, que realizan una análisis excesivamente superficial y buscan soluciones que no van a las causas sino a los síntomas, con lo que estas decisiones implican un derroche económico, de tiempo, de personas, que no se orientan estratégicamente a una solución a largo plazo y de raíz. 

Las soluciones rápidas son, en la mayoría de las ocasiones parches, como  aquellos que compraba de pequeño para pegarlos en la cámara de la rueda de la bicicleta, después de un largo proceso de localizar el pinchazo sumergiendo toda la cámara en la palangana, secar, raspar con la lija, untar el pegamento y presionar, además de esperar varias horas, colocarla y volver a inflar. El proceso era largo y costoso y te duraba apenas unos días, porque otra vez se volvía a escapar el aire por el mismo sitio. Al final la solución era comprar una nueva. 

El ministerio del interior está ahora, muy preocupado por el aumento de los “crímenes machistas” en el mes de febrero. Dice el ministro del interior que la Policía y la Guardia Civil tienen auténtica obsesión por prevenir estos delitos, quieren encontrar la explicación “precisa” para cada feminicidio. También se estudiarán distintos asesinatos sucedidos en distintas autonomías para elaborar un informe e incorporarlo al sistema de seguimiento integral. Con todo esto se pretende encontrar la explicación "precisa" a cada muerte violenta, aportando luz sobre los factores de riesgo que se van adoptando. Todo este proyecto permitirá disponer del material suficiente para diseñar un "formulario de valoración policial de riesgo de feminicidio" que se incorporará al Sistema VioGén.

Ciertamente, “cada asesinato de una mujer es un fracaso de todos como sociedad” y “sigue habiendo demasiadas víctimas”. Por fin, se ha visto la necesidad de implantar un “planteamiento multidisciplinar y transversal” para “erradicar” la violencia de género y se ha defendido introducir en las aulas a través de la reforma educativa la prevención de la violencia de género en los currículos básicos de primaria, secundaria y bachillerato.

Claro, muy bien, pero esto no es suficiente, hay que ir más a la raíz. Las soluciones no pueden recaer sólo en la policía, en la justicia y en las escuelas. Las escuelas ya educan y hacen todo lo que pueden y más, para prevenir estas situaciones violentas, sin medios, sin profesionales preparados, sin recursos suficientes. Los centros educativos en muchas ocasiones son islas educativas que no tienen su continuación en el resto de los espacios sociales. No se trata sólo de prevenir los “crímenes machistas” se trata de educar las relaciones con los otros, se trata de educar en el autoconocimiento, en el manejo de las emociones, de los afectos, en la educación sexual. Esto es lo que previene. 

Es necesario un pensamiento holístico que contemple los valores con los que está educando nuestra sociedad. Tenemos que analizar cuáles son los mensajes y modelos que están recibiendo los niños desde pequeños. Todos educamos o maleducamos. Todos somos responsables y no podemos seguir un discurso incoherente, por un lado nos escandalizamos antes los casos de violencia de género y por otro se fomenta la violencia visual  y verbal en videojuegos, en el fútbol, en el congreso,  en los debates etc… 

Si, sólo se piensa en los números, en las estadísticas, motivados por la posibles próximas elecciones y el plazo sólo es de cuatro años, este cortoplacismo, provocarán que quieran cambiarse los números y las estadísticas a golpe de analgésicos policiales o legales que no atajan el problema de raíz. Este fenómeno tiene muchas causas y es muy complejo, no todos los casos son iguales y es muy difícil encontrar patrones fijos. 

Ciertamente todas estas medidas habrá que implementarlas para prevenir a corto plazo y de manera rápida, pero no olvidemos que las personas en nuestro desarrollo somos muy lentos y que la prevención tiene que estar presente desde la raíz. Desde los entornos familiares en los que crecen los niños, la educación familiar, el seguimiento de la escuela y de los demás agentes sociales. 

Se trata de prevenir desde los valores que la sociedad propone y desde la educación de entornos familiares sanos, basados en referentes adultos positivos y se trata de que todos lo que formamos parte de esta sociedad nos sintamos responsables de la educación de los menores y de sus familias. Todo educa y no podremos paliar, ni prevenir la violencia, si desde los medios, los juegos, los comportamientos futbolísticos, políticos, sociales se fomenta la agresividad como entretenimiento. Si no se toman medidas multidisciplinares y sobre todo de conciencia educativa social, esto no irá a menos sino que seremos testigos de modos de ejercer la violencia y el daño al otro cada vez  de un modo más sofisticado. 

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