Jesús era feminista

19 diciembre 2017

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».
 
Cuánto me ha ayudado este pasaje del evangelio para posicionarme, para saber dónde mirar. Porque para Jesús, la hermana pequeña de Marta, María, una mujer judía, no tenía porqué ser en la cocina, María tenía sitio sentada escuchando La Palabra, “la parte buena”. 

La palabra feminismo hoy día está llena de connotaciones negativas que pretenden confundirnos, haciéndonos creer que feminismo es lo contrario de machismo. Y no es así, en feminismo el sufijo –ismo indica “ideología”, como es el “pacifismo”, “patriotismo”, “feminismo” (ideología que defiende que hombres y mujeres deben tener los mismos derechos). Sin embargo en la palabra Machismo, el –ismo significa “actitud” como por ejemplo “individualismo”, “egoísmo”, “machismo” (actitud de prepotencia del “macho”). 

Entonces, ¿somos feministas? Sí, si eres cristiana, eres feminista; si eres cristiano, eres feminista. Dijo Jesús "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Juan 10, 10), ¿acaso seguir a Jesús no es tratar de devolver los derechos a las personas oprimidas?

Si atendiendo al contexto en el que vivió Jesús y leo el evangelio desde la perspectiva de la justicia social,  me atrevo a pensar que Jesús fue feminista. Y el claro ejemplo está en cómo contesta a Marta, que atendía la casa. La imagino hacendosa, tratando de hacer la comida para Jesús y los discípulos, asegurándose de que todo estaba limpio y en orden, que estuvieran cómodos, preparando el té y los dátiles, como buena anfitriona. Y mientras María, en lugar de estar ayudándola, estaba sentada, escuchando a Jesús. Sin embargo Él no le recrimina nada a María, al contrario, me lo imagino explicándole paciente alguna parábola. Porque María estaba en donde tenía que estar, y era Marta quien no lo estaba entendiendo. Era “lógico” que no lo entendiera, igual nos parecen “lógicas” tantas situaciones que vivimos las mujeres, fruto del bagaje social y cultural. Marta pensaba que el sitio de la mujer era sirviendo, no escuchando, su lugar era limpiando, no aprendiendo. Y María, ¿en qué estaría pensando? Qué maravilloso sería el mensaje que estaba contando Jesús que María se quedó embelesada, hasta el punto que olvidó que “su papel” como mujer en aquella época (qué parecido sigue siendo dos mil años después) era ayudando a su hermana mayor a servir. 

Es por eso que pienso que no podemos estar en silencio, pasivos. Como cristianos podemos y debemos aportar en esta lucha por la igualdad en los derechos y deberes de hombres y mujeres, porque aún queda mucho por hacer y no podemos sino mirar a Jesús para saber cuál es nuestro sitio.
 

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