“Creo y siento que el Espíritu trabaja y me da fuerzas”

3 julio 2017

¿Cuáles son las vivencias que te han marcado más en estos años de Misión?

Sin duda, la ‘vivencia’ que me ha marcado más y que me mueve cada día es la cercanía de Cristo Jesús que me dio la gracia de la vocación misionera y que está siempre presente en mi camino, lleno de altibajos, de tropezones, alegrías y penas. ¡Él está aquí!
 
Además del Señor, creo que he vivido con intensidad la cercanía del pueblo africano, en los distintos ambientes sociales, políticos, culturales y  religiosos allá donde la Misión me ha llevado. En lo concreto de esta cercanía, mis hermanos africanos me han dado todo y me siguen ‘evangelizando’ por varios aspectos que motivan mi presencia y mi amor al África. Aquí tenéis algunos:
 
          Los miles y miles de niños y jóvenes que aman la vida, que son fieles y te hacen feliz, pero entre ellos, muchos sufren, están faltos de todo, les espera un futuro muy sombrío al que no es fácil dar respuesta. Los salesianos hemos de estar siempre con esta juventud africana: se lo merecen todo.
 
          La situación de pobreza y de indefensión que sufre injustamente el África que conozco: Es cierto que los países en los que he vivido ‘progresan’, pero ¿a qué ritmo y precio?… ¿A quiénes aprovecha este ‘dévéloppement’ (progreso)?… Muchas personas y familias siguen viviendo en la pobreza, sin recursos mínimos para vivir dignamente: acceso al agua potable, a una vivienda decente, a los cuidados de salud, a la educación de los niños… Muchos realizan trabajos penosos con sueldos de miseria, si no están en paro. Y por otro lado, dirigentes y familias riquísimos con derecho a todo que son un insulto a los pobres, pero no se enteran. Esta realidad me sigue marcando y preocupando.
 
          También en África, en Costa de Marfil, descubrí y viví lo que es la guerra… La verdad es que es mejor no hablar, pues he llegado a la conclusión de que no hay cosa más absurda: sufrimiento de inocentes, muertos, heridos, desplazados y refugiados que han perdido todo, marcados para siempre. Por desgracia, en muchos  países africanos persiste esta situación de inestabilidad, perfectamente urdida y ‘controlada’ por los que deciden la marcha del mundo.
 
          Pero bueno, hay que pensar en positivo: siempre me ha marcado en África las ganas de vivir día a día de la gente, el ánimo y la lucha contra la adversidad, la capacidad de sufrimiento, todo ello es ejemplar en África, donde nada es fácil. Hombres, mujeres, niños, jóvenes  y ancianos nos ensenan a vivir con muy poco, se saben ayudar, comparten, lloran ante el sufrimiento y se sobreponen, celebran con gozo las pequeñas victorias cotidianas. Eso me ensena a vivir y a amar al África.
 
Y hay tantas cosas que me han marcado, no acabaría nunca de describirlas….  

 

¿Qué es lo que te mantiene con la misma ilusión y optimismo  para seguir adelante? 

 

Creo que es el sentir profundamente la ‘vocación misionera’: el ver que eres “enviado” por el Señor para trabajar en su campo, como un sencillo peón: no tengo una ‘calificación especial’ para ser misionero, pero Jesús mismo se encarga de suplir mis limitaciones. Creo y siento que el Espíritu trabaja y me da fuerzas. La verdad es que me siento a gusto como trabajador del campo del Señor.
 
Además de este ‘sentirme enviado’ por el Señor, siempre me ha ayudado y me ayuda ‘la Comunidad’, las de aquí y las de allá. Quiero decir que siempre me he sentido ‘enviado’ por mi comunidad (o comunidades):
 
–  Por una parte aquí, los Salesianos de Don Bosco y las comunidades cristianas donde el Señor me puso antes de ir a la Misión: mi pueblo, mis hermanos salesianos, la gente de Huesca, de Martí-Codolar, de Don Bosco Meridiana, incluso de Niza… hemos hecho camino juntos, y aunque estando lejos, siempre están cerca de mi misión; me siento muy animado y apoyado por mis ‘comunidades de origen’.
 
-Y por supuesto allá, la ilusión en la misión la hacen realidad las comunidades a las que he sido enviado: he tenido suerte de vivir la misión en  los ambientes rural  y urbano: tanto en Costa de Marfil, Burkina faso, Mali y ahora Guinea Conakry, me he sentido acogido en la casa de todos, ellos me han formado, me han cuestionado mi vida, mi trabajo, mi caminar. Me he sentido  a gusto en todas partes y cercano a todos porque mis hermanos africanos han sido  cercanos y acogedores para mí.
 
En fin, lo que resume todo lo que me ayuda a seguir es Cristo el Señor que me da cada día alegría y paz. “La Misión continúa”  (es un poco mi lema).

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