Salesianos La Almunia en El Camino de Santiago

28 julio 2015


El viaje al Camino de Santiago comenzó el 12 de julio a las 9 de la mañana. Íbamos seis compañeros y dos profesores del colegio, Luisfer y Tomás. Nuestros padres vinieron a acompañarnos hasta Roncesvalles. Allí, los peregrinos fuimos al albergue, donde rellenamos “La credencial”, con el sello del lugar, que nos iba a acompañar todo el camino y que nos sellarían en cada albergue o iglesia. Más tarde nos juntamos con los padres a comer, con ellos paseamos por el río y los alrededores, jugamos y cuando ya se fueron nos dirigimos al albergue a descansar; conocimos a Matías, un caminante chileno con el que hablamos y compartimos experiencias. Más tarde fuimos a la eucaristía y al final de la misma recibimos la bendición de los peregrinos en varios idiomas, en la que a todos peregrinos nos desean un buen camino. Luego un voluntario nos enseñó y explicó el Monasterio, fuimos a cenar y nos acostamos a las 10 horas.

Al día siguiente nos levantamos a las 6.30 con una niebla impresionante. La etapa era desde Roncesvalles a Zubiri. Hacía frío e íbamos con ropa de abrigo. Llevábamos una media de 6 Kilos por mochila. Sólo cargamos lo imprescindible: poca ropa, aseo y un saco.

Desayunamos en Espinal, seguimos la etapa hasta parar en Lintzoain para reponer fuerzas para la cuesta que nos esperaba allí mismo y seguir caminando hasta Zubiri, localidad que quedaba a 8,2Km y una de las paradas obligatorias en el Camino de Santiago francés, que es el que nosotros estábamos haciendo.

Desde Zubiri, al día siguiente continuamos nuestro rumbo a Cizur Mayor, un pueblecito a unos 5 km de Pamplona. Nada más salir de Zubiri pasamos las montañas negras por la fábrica de magnesita. Paramos en Ilaratz, donde conocimos al Ángel de la Guarda de la etapa, Carmen, una profesora madrileña de Secundaria con la que todos congeniamos de forma especial. Otra parada fue Larrasoaña, donde almorzamos, y desde donde continuaríamos hasta llegar a Pamplona.

Desde Pamplona con el calor de la tarde, nos dirigimos a Cizur Mayor, por la acera de una carretera muy transitada con dirección Logroño. Por fin llegamos al albergue sobre las 6 de la tarde. Allí nos esperaba una buena ducha, el descanso y la amistad con peregrinos de otras nacionalidades, como un grupo de coreanos.

Al día siguiente la tercera jornada, salimos de nuevo desde el albergue de Cizur Mayor a Puente la Reina, pasando por el Alto del Perdón, un puerto que pese a su fama, no es tan difícil.

En nuestra última jornada, era el último trayecto, de Puente La Reina-Estella, nos hicimos varias fotografías con el famoso puente románico y posteriormente varias paradas. Como habíamos acumulado bastante cansancio, almorzamos en Mañeru, un pueblecito con una iglesia, aquí repusimos nuestros botellines y seguimos andando hasta alcanzar Cirauqui, donde comenzaba la antigua calzada romana, llegamos al Puente medieval del Río Salado, donde nos dimos unos buenos remojones entre unos a otros.

El Camino tiene de todo un poco y por eso nos ha gustado tanto: aventura, calor, sudor, sed, peso, esfuerzo, ampollas, dolor, adaptación a un medio desconocido, lágrimas ocasionales, conocer gentes y costumbres, intentos de hablar en otros idiomas, espiritualidad y mucho, mucho que andar.

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