ESTUDIO DE LA PALABRA| CICLO A – XXI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

21 agosto 2023

Propuesta de Lectio Divina personal (o en grupo)

XXI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO Ciclo A (Mt 16,13-20)

 

 

ORACIÓN

 

Creemos que estás en medio de nosotros, Padre, y en nuestro interior;

creemos que el Espíritu de tu Hijo nos impulsa.

Te pedimos que no dejamos de estar abiertos al Espíritu,

y que sepamos escuchar sus insinuaciones.

Que venga sobre nosotros tu Espíritu

que nos ayude a conocer más a tu Hijo

a través de la Palabra que ahora escucharemos.

(B) PASOS PARA LA MEDITACIÓN

  1. LEE…

¿Qué dice el texto?

Atiende a todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas. Para la comprensión del texto te pueden servir los comentarios que te ofrecemos a continuación.

Texto (Mt 16,13-20)

En aquel tiempo al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?». Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el hijo del Dios vivo». Jesús le respondió: «Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de Dios; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces ordenó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

  1. MEDITA…

¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

El pasaje de la confesión de Pedro en Cesarea nos sitúa en un momento muy importante de la vida de Jesús. Después de experimentar el rechazo de su pueblo y el fracaso aparente de su misión, el Señor se dirige a sus discípulos con una pregunta directa y precisa: ¿Quién decís vosotros que soy yo? Es probable que en ese mismo contexto Jesús entreviera su muerte cercana, y pensara en confiar su misión al grupo de los discípulos, con Pedro a la cabeza. El relato, tal como lo leemos en este evangelio, se debe en gran parte a la pluma de Mateo, que ha remodelado y ampliado el texto de Marcos, añadiendo la afirmación de que Jesús es el Hijo de Dios (Mt 16,16) y el encargo confiado a Pedro (Mt 16,17-19). Con estos retoques, el evangelista hace que la atención de los lectores no se centre ya sobre Jesús (Marcos), sino sobre la iglesia, el nuevo Israel, que Jesús convoca en torno a Pedro.

Este nuevo Israel surge como resultado del rechazo de su pueblo y de la acogida de sus discípulos, narrados en estos últimos capítulos (Mt 13, 53-16,20). La doble pregunta de Jesús hace que aparezca con claridad la diferencia entre la opinión de la gente y la de los discípulos. Pedro, en nombre de estos últimos, reconoce que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Estos dos títulos resumen la fe de la iglesia de Mateo. No es suficiente decir que Jesús es el Mesías esperado por Israel; hay que añadir, que es el Hijo de Dios. Así es como Mateo presenta a Jesús en la primera parte de su evangelio (Mt 1, 1-4 16. Véase especialmente el comentario a Mt 3, 13-17), y cómo le reconocen sus discípulos (Mt 14,33), y los paganos (Mt 27, 54). A esta confesión de Pedro, Jesús responde con una palabra de felicitación y un encargo muy especial de cara a la iglesia (Mt 16, 17-19).

Estas palabras que Mateo pone en boca de Jesús contienen numerosas expresiones arameas (el poder del abismo, las llaves del reino, atar y desatar), lo cual habla en favor de su antigüedad. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos opina que se trata de una composición del evangelista, el cual se hace eco del importante papel que Pedro desempeñó en la vida de la iglesia naciente, sobre todo en las comunidades de Siria, a las que se dirige este evangelio. No obstante, Mateo no creó de la nada, sino que interpreta fielmente el deseo de Jesús de reunir una comunidad de discípulos, y la primacía de Pedro dentro de dicho grupo. Jesús declara dichoso a Pedro, no por sus méritos, sino porque el Padre le ha revelado el misterio de ver en él al Mesías, y al Hijo de Dios (véase Mt 11, 25-26); y le confía la misión de ser el cimiento de la iglesia, la comunidad mesiánica, reunida en torno a los discípulos. El cambio de nombre produce un juego de palabras (cefas = roca), que describe plásticamente la tarea que Jesús encomienda a Pedro: ser roca firme, para que la iglesia no sucumba ante las dificultades (véase la comparación de las dos casas en Mt 7, 24-27). Para ello le entrega las llaves del reino y le confiere el poder de atar y desatar. La entrega de las llaves equivale al nombramiento de mayordomo supremo, como aparece en algunos textos del Antiguo Testamento (véase especialmente Is 22, 19-22), mientras que la expresión atar y desatar designaba, entre los judíos de la época, la potestad para interpretar la ley de Moisés con autoridad.

Así pues, Jesús nombra a Pedro mayordomo y supervisor de su iglesia, con autoridad para interpretar la ley, según las palabras de Jesús, y adaptarla a nuevas necesidades y situaciones. Este texto ha suscitado numerosas discusiones entre católicos y protestantes sobre la cuestión del papado. La interpretación católica, que lee este texto a la luz de la tradición de la Iglesia, sostiene que estas palabras se aplican a Pedro, y también a todos los que le suceden en la tarea de presidir a los hermanos en la fe y el amor.

Sugerencias:

  • “Jesús aprecia en Pedro esa fe que lo hace disponible a la revelación, a la iluminación, a la atención…”
  • “Pedro sabe, porque ha visto al Maestro, que la llave sólo se usa para abrir, para ofrecer, para acoger y perdonar.”

 

  • “Tú eres el Hijo de Dios”
  • “Dichoso tú que escuchas”
  1. CONTEMPLA Y REZA…

¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Sugerencias:

Llámame, Señor, cuando veas que me extravío,

Y hazme volver de nuevo a tu Camino

.4. ACTÚA…

¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

5. COMPARTE…

Si la Lectio se hace en grupo, podéis compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.

6. DA GRACIAS…

Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.

 

Gracias, Padre, por lo que me has revelado con esta Palabra.

Ayúdame a progresar en el conocimiento de tu Hijo, Jesús,

y hazme dócil a la acción del Espíritu en mi vida.

 

Fuente Oración: Evangelio al dia 2020 Ed. CCS

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