EPN | CICLO B – XI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

7 junio 2021

Evangelio MC 4,26-34

NARRADOR: En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:

JESÚS: El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.

NIÑO 1: Es verdad, yo eso lo hago con mi mamá y en el cole. Ponemos unas semillas, con algodón en un vaso y al cabo de un tiempo crecen y sale el fruto.

NIÑO 2: Jesús ¿nos puedes explicar algo más de lo que nos quieres explicar?

NARRADOR: Dijo también:

JESÚS: ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos?

NIÑO 1: Pues no sé… ¿nos das más pistas?

JESÚS: Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra.

NIÑO 1: ¿Nos quieres decir que el Reino de Dios ha de crecer y hacerse cada vez más grande, no?

NIÑO 2: Sí, y también que tenemos que estar atentos y dispuestos para saber qué quiere Dios de cada uno de nosotros y cómo comportarnos con los demás.

NARRADOR: Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Jesús explicaba lo que quería que entendiéramos muy bien  con ejemplos, para que lo entendiese la gente. Así les decía: El Reino de los cielos es como una semilla muy pequeña, que cuando germina y crece se hace una mata muy grande. Pues lo mismo pasa con la fe, si se cuida, crece y crece, y se hace grande.

Señor, te doy gracias por las cosas,

por los momentos que viví

y no supe cómo fue, pero sucedió

y me ayudaron a madurar.

Gracias por esas cosas buenas

que sembraste en mi corazón,

y que me dan alegría cuando

soy capaz de extender la mano para ayudar,

para acompañar a quien pasa a mi lado.

Saca de mi corazón aquellas cosas

que no son buenas,

que me limitan y obstaculizan mi entrega.

Señor, te veo, te escucho,

gracias por tu misericordia.

Hoy, una vez más te digo:

quiero seguirte.

Vamos a jugar

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