EPN | CICLO A – IV DOMINGO DE CUARESMA

13 marzo 2023

Evangelio Jn 9,1-41

NARRADOR: En aquel tiempo, al pasar Jesús, vio un hombre ciego de nacimiento, que pedía limosna.

CIEGO: ¡Una limosna para este pobre ciego! ¡Por piedad, una limosna!

DISCÍPULO: Maestro ¿quién pecó, él o sus padres para que naciera ciego?

JESÚS: Ni pecó él ni sus padres. Es ciego para que todos sepan que yo soy la luz del mundo.

NARRADOR: Jesús llega hasta el ciego, se inclina, escupe en la tierra, hace barro y se lo pone en los ojos.

JESÚS: Amigo, ve a lavarte a la piscina de Siloé.

DISCÍPULO: Maestro ¿en quién confía el ciego para obedecerte?

¿En ti o en la medicina?

JESÚS: Ha confiado en mí, eso le curará. Vámonos, que nos esperan.

NARRADOR: El ciego fue, se lavó y volvió con vista.

CIEGO: ¡Veo…! ¡Veo…! ¡Veo…! ¡Veo…!

NARRADOR: Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:

VECINO: ¿Es ese el que se sentaba a pedir? Se le parece mucho.

CIEGO: ¡Sí, sí, sí… soy yo!

VECINO: ¿Y cómo es que ahora ves?

CIEGO: Ese hombre al que llaman Jesús, hizo barro, me lo puso en los ojos, dijo que fuera a Siloé a lavarme, me lavé, y ya veo.

VECINO: ¿Dónde está él?

CIEGO: No lo sé.

NARRADOR: Los vecinos llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.

VECINO: Sacerdotes, fariseos, hoy es sábado y un tal Jesús ha curado a este ciego de nacimiento.

SACERDOTE: ¿Cómo ha sucedido?

CIEGO: Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.

SACERDOTE: Si viniera de Dios guardaría el sábado. Todo el que diga que Jesús es el Mesías, será expulsado de la sinagoga ¿Y tú, ciego, que piensas de él?

CIEGO: Seguro que es un profeta.

NARRADOR: El enfado de los sacerdotes iba a más. Veían que más y más gente creían en Él.

SACERDOTE: Este nos toma el pelo. ¡Llamad a sus padres!

PADRES: Sabemos que es nuestro hijo, y que nació ciego… Pero no sabemos quién le ha curado y por qué. Preguntádselo a él. ¡Ya es mayorcito!

SACERDOTE: Tú, ¡contesta! ¿Por qué ves ahora?

Confiesa que Jesús es un pecador.

CIEGO: Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé que era ciego y ahora veo.

SACERDOTE: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?

CIEGO: Os lo he dicho ya. ¿Es que queréis ser discípulos suyos?

SACERDOTE: ¡Eso lo serás tú! Nosotros somos discípulos de Moisés. A Moisés le habló Dios. Pero éste… ¿de dónde viene?

CIEGO: Vosotros decís que Dios no escucha a los malos, sino a los buenos. Si Jesús no viniera de Dios… ¡No podría hacer milagros!

SACERDOTE: Te crees muy listo, y estás lleno de pecado. ¡Fuera de la Sinagoga, fuera! ¡Ya no eres judío!

NARRADOR: Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:

JESÚS: ¡Oye, escucha! ¿Crees en el Hijo del Hombre?

CIEGO: ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?

JESÚS: Lo estás viendo. Es el que habla contigo.

CIEGO: Creo, Señor.

JESÚS: Para un juicio he venido yo al mundo: para que los que no ven, vean y los que ven, se queden ciegos.

SACERDOTE: ¿También nosotros estamos ciegos?

JESÚS: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís que veis, vuestro pecado sigue ahí.

En una ocasión Jesús se topó con un ciego de nacimiento. Jesús hizo barro se lo untó en los ojos y le mandó lavarse. Él fue y volvió viendo. También en nuestro bautismo nos lavaron para poder ver a Jesús y para creer en él. Por el bautismo tenemos la luz que nos ilumina en nuestro camino.

Señor: abre mis ojos.

En este momento de sinceridad,

Señor estoy seguro de que quiero ver.

Deja que tu luz penetre ahora en mis tinieblas.

Luz, claridad. Destello iluminador.

Yo quiero ver, Señor, quiero ver.

Vamos a jugar

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