VIVIR A FONDO | CICLO C – XIII Domingo de Tiempo Ordinario

20 junio 2022

 Lc 9,51-60

Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Té seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Jesús no busca simples seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas, renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias.

Existen tres escenas bien diferenciadas en el texto que nos demuestran tres características que deben tener los seguidores de Jesús.

En la primera: “Las zorras tienen cuevas y las aves nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza” Seguir a Jesús es toda una aventura. Él no ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar dinero o adquirir poder. Seguir a Jesús es «vivir de camino», sin instalarnos en el bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión.

En la segunda “Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a anunciar el reino de Dios” Abrir caminos al reino de Dios trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los «muertos», que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su justicia.

Y en la tercera escena. “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. No es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el pasado. Trabajar en el proyecto del Padre pide dedicación total, confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras los pasos de Jesús.

A. Pagola

– ¿Qué relación queremos establecer con Él los que nos llamamos seguidores suyos?

– ¿Cuáles son las características de seguidores de Jesús que en este texto se nos presentan que nos cuestan más cumplir?

Abre mis oídos, para que pueda escucharte,

abre mis ojos para que pueda verte,

abre mis labios para que pueda proclamarte,

abre mis sentimientos para que pueda alabarte,

abre mi corazón, para que pueda amarte,

purifica mi mente, mi imaginación,

para que siempre seas Tú mi pensamiento,

permíteme reconocerte siempre

como mi Maestro y Señor,

enséñame a ser como Tú,

manso y humilde de Corazón.

Recibe mi historia, Tú lo sabes todo,

Tú sabes que te quiero,

tu Discípulo quiero ser.

                                             Amén.

Nos falta algo

Cuentan la historia de una rueda a la que le faltaba un trozo, que le habían cortado. La rueda quería estar completa, sin que le faltara nada, así que se fue a buscar la pieza que había perdido. Pero como estaba incompleta y sólo podía rodar muy despacio, reparó en las bellas flores que había en el camino; charló con los gusanos y disfrutó de los rayos del sol. Encontró montones de piezas, pero ninguna era la que le faltaba, así que las dejó de lado hasta que, un día, halló una pieza que le venía perfectamente. Entonces se puso muy contenta, pues ya estaba completa, sin que le faltara nada. Se colocó el fragmento y empezó a rodar. Volvió a ser una rueda perfecta que podía rodar con mucha rapidez. Tan rápidamente, que no veía las flores ni charlaba con los gusanos. Cuando se dio cuenta de lo diferente que parecía el mundo cuando rodaba tan aprisa, se detuvo, dejó en la orilla del camino el pedazo que había encontrado y se alejó rodando lentamente.

La moraleja de este cuento, es que, por alguna misteriosa razón, nos sentimos más completos cuando nos falta algo. El hombre que lo tiene todo es un hombre pobre en cierto sentido: nunca sabrá qué se siente al desear, al tener esperanzas, al alimentar el alma con el sueño de algo mejor; ni tampoco conocerá la experiencia de recibir de alguien que ama lo que había deseado y no tenía. Cuando aceptemos que la imperfección es parte de la condición humana y sigamos rodando por la vida sin renunciar a disfrutarla, habremos alcanzado la integridad.