VIVIR A FONDO | CICLO B – VI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

5 febrero 2024

MC 1,40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

La fuerza de la compasión:

Jesús siempre se compadece de quién sufre… sabe sufrir con quienes sufren y no puede quedar indiferente. ¿Cómo es la mirada que tengo hacia todo lo que me rodea? ¿Y hacia mí mismo?

Del Salmo 31

Señor, en ti busco protección;
¡no me defraudes jamás!
¡Ponme a salvo, pues tú eres justo!
Dígnate escucharme;
¡date prisa, líbrame ya!
Sé tú mi roca protectora,
¡sé tú mi castillo de refugio y salvación!
¡Tú eres mi roca y mi castillo!

Queden en silencio los labios mentirosos,
que hablan con burla y desprecio
y ofenden al hombre honrado.
¡Qué grande es tu bondad con aquellos que te honran!
La guardas como un tesoro,
y a la vista de los hombres
la repartes a quienes confían en ti.

Con la protección de tu presencia
los libras de los planes malvados del hombre;
bajo tu techo los proteges
de los insultos de sus enemigos.
Bendito sea el Señor, que con su amor
hizo grandes cosas por mí
en momentos de angustia.

En mi inquietud llegué a pensar
que me habías echado de tu presencia;
pero cuando te pedí ayuda,
escuchaste mis gritos.

Amad al Señor, todos vosotros, sus fieles.
El Señor cuida de los sinceros,
pero a los altaneros
les da con creces su merecido.
Dad ánimo y valor a vuestros corazones,
todos los que confiáis en el Señor.

“-Me gustaría regalarte una palabra. La mejor de todas.
-¿Ah, sí? ¿Cuál es?
-Compasión, que, como sabes, es la capacidad de meterse en la piel del prójimo y de sentir con el otro lo que él siente.

-Sí, me gusta. ¿Pero por qué dices que es la mejor?
-Porque es la única de las grandes palabras por la que no se hiere, no se tortura, no se captura y no se mata… Incluso, lo evita. Hay otras palabras muy bellas: amor, libertad, honor, justicia… Pero todas ellas, absolutamente todas pueden ser manipuladas, pueden ser utilizadas como arma arrojadiza y causar víctimas. Por amor a su Dios encienden las cruzados las piras, y por aberrante amor matan los amantes celosos a sus queridas. Los nobles maltratan y abusan bárbaramente a sus siervos en nombre de su supuesto honor; la libertad de unos puede suponer cárcel y muerte para otros y, en cuanto a la justicia, todos creen tenerla de su parte, incluso los tiranos más atroces. Sólo la compasión impide estos excesos; es una idea que no puede imponerse a sangre y fuego sobre otros, porque te obliga a hacer justamente lo contrario, te obliga a acercarte a los otros, a sentirlos y entenderlos. La compasión es el núcleo de cómo somos mejor…
…Compasión: capacidad para sentir el sufrimiento del otro, el miedo del otro, la necesidad del otro. Entendimiento profundo de los otros que sólo se consigue después de haber entendido el dolor propio.”
(Diálogo entre Leola y Nyneve. “Historia del rey transparente”. Rosa Montero)