VIVIR A FONDO | CICLO B – BAUTISMO DEL SEÑOR

1 enero 2024

Mc 1,7-11

En su proclamación decía: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo.”
Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. En el momento en que salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y vino una voz del cielo, que decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido.”

El bautismo de Jesús, por parte de Juan Bautista en el Jordán, es un acontecimiento que los cuatro evangelistas resaltan y dan mucha importancia. Jesús es señalado como el Hijo de Dios, el predilecto de Dios, aquel que está lleno del Espíritu Santo. Haciéndose solidario con el pueblo, en el inicio de su misión se pone detrás de los que han de ser bautizados por Juan.
La voz de Dios proclama: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido”. Cuando se dice que Jesús de Nazaret es el hijo amado, el predilecto, se manifiesta su misión divina.
Para Jesús, igual que para todos nosotros, es el inicio de un camino, de una misión. Ser bautizados significa ser seguidores e imitadores de Jesús, que se convertirá en el guía de nuestra vida.
Hoy se acaba el tiempo de Navidad, pero a partir de hoy hace falta continuar desarrollando la gracia del bautismo y nuestra respuesta de fe, escuchando sobre todo, por medio de las lecturas de la Eucaristía, como actúa Jesús durante su vida, curando a los enfermos, consolando a los que sufren, perdonando a los pecadores, resucitando a los que estaban muertos, enseñando los caminos de Dios y la buena noticia de salvación.
Nosotros también podemos hacer estas cosas, podemos socorrer a los enfermos, dar vida y esperanza (resucitando sus miedos) a aquellos que piensas que no tienen posibilidades, dando ejemplo con nuestra vida. Jesús siempre tuvo tiempo para los pobres, para los sencillos, para los niños, para los que sufrían, siempre tuvo una palabra para aquellos que la necesitaban.

Nosotros como seguidores suyos ¿estamos dispuestos a hacerlo?

Del Salmo 28

El Señor me protege y me ayuda,
en Él tengo puesta mi confianza.
¡Es nuestra fuerza!
Por ello, mi corazón está alegre
y doy gracias al Señor eternamente.
¡Señor, llévanos en tus brazos para siempre!

Felices los que siguen al Señor
por la senda del buen Samaritano.
Los que se atreven a andar tras sus pasos
a superar las dificultades del camino.
a vencer los cansancios de la marcha.
Los que al andar van trazando sendas nuevas
para que otros sigan, entusiasmados,
y continúen la obra del Señor.
Los que, atentos y presurosos,
cambian su ruta para salir al encuentro
del Señor vivo en el que sufre,
tan presente en estos tiempos,
tan cercano para algunos,
para otros tan lejano.

Felices los que dan la vida por los demás.
Los que trabajan duro
por la justicia anhelada.
Los que construyen el Reino
desde lugares remotos.
Los que, anónimos y sin primeras planas,
entregan su vida para que otros vivan más y mejor.
Los que con su diario sacrificio
abren huellas de humanidad nueva
en un mundo mellado por el egoísmo neoliberal
del «dios-mercado».

Felices TODOS los que trabajan por los pobres.
Desde los pobres.
Junto a los pobres.
Con corazón de pobre.
Contemplando a diario
la hermana muerte, temprana,
injusta, dolorosa,
en los rostros de los niños olvidados,
sin salud, ni educación, ni juegos
(infancias robadas por miles
en mi continente sufrido desde antaño).
Felices los que viven solidarios
dejando el asfalto limpio y prolijo
para caminar los senderos pedregosos, polvorientos
que abren al mundo de los que no cuentan
en los números o estadísticas de los ministerios de turno.

Felices los que aman al hermano concreto.
Los que no se van en palabras
sino que muestran su amor verdadero
en obras de vida, de compañía y de entrega sincera.
Felices los que enseñan,
los que intentan que todos aprendan
sin distinciones de color, piel o dinero.
Felices los que comparten sus bienes
don-regalo del Buen Dios
para vivir como hermanos
y demostrarlo en la práctica.
Los que no guardan con egoísmo
sino que brindan y comparten.

Felices los que caminan juntos,
en búsqueda comunitaria
del Reino de Vida Nueva
y Fraternidad Realizada.
Los que se ayudan en las buenas y en las malas,
los que aprenden que pueden más dos juntos que uno solo.

Felices TODOS los que piensan primero
en el hermano y que encuentran su alegría
y el gozo y el sentido de la vida
en trabajar por los demás
y por el Reino
y por el Señor vivo en medio nuestro.
Olvidado,
marginado,
solo y abandonado
en los rostros de jóvenes
de indígenas, de ancianos
de mujeres solas
de desempleados
y de tantos otros (como nos dice Puebla
y los obispos latinoamericanos)

FELICES , SEÑORES,
– y alzo la voz para que escuchen todos –
LOS QUE VIVEN
EL MANDAMIENTO PRIMERO
QUE ES AMOR A DIOS EN EL HERMANO.
Y en estos días de final de ciclo
por tanto egoísmo e indiferencia signados,
Felices los que encuentran
que este amor hoy se revela en un camino:
ser solidario,
SER SOLIDARIO.