VIVIR A FONDO | CICLO A – XIX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

7 agosto 2023

Mt 14, 13-21

Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».

Dios me da la mano y me dice “Ven, no tengas miedo”…

¿Soy consciente de que es El, Dios mismo en persona, que me pide colaboración en su proyecto para toda la Humanidad?

¿Soy consciente que el éxito de este proyecto está garantizado a pesar de las dificultades? ¿Qué es lo que me impide “echar andar sobre las aguas”?

Del Salmo 84 

Escucharé lo que el Señor va a decir;

pues va a hablar de paz a su pueblo,

a los que le son fieles,

para que no vuelvan a hacer locuras.

En verdad, Dios está muy cerca,

para salvar a los que le honran;

su gloria vivirá en nuestra tierra.

 

El amor y la verdad se darán cita;

la paz y la rectitud se besarán,

la verdad brotará de la tierra

y la rectitud mirará desde el cielo.

El Señor mismo traerá la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto.

La rectitud irá delante de él

y le preparará el camino.

 

Oh Señor,

¡muéstranos tu amor y sálvanos!

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla,

que no hay que decirle que haga las cosas,

sino que sabe lo que hay que hacer

y que lo hace en menos tiempo de lo esperado.

 

Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones,

la gente que no deja las soluciones al azar.

 

Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma,

pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.

 

Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos,

produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

 

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.

 

Me gusta la gente sincera y franca,

capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.

 

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza de reconocer

que no sabe algo o que se equivocó.

 

Me gusta la gente que al aceptar sus errores,

se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

 

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente;

a éstos los llamo mis amigos.

 

Me gusta la gente fiel y persistente, que no fallece

cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

 

Me gusta la gente que trabaja por resultados.

Con gente como esa, me comprometo a lo que sea,

ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido.