Viajar como voluntario internacional o cómo sacar el impermeable ante la realidad

29 julio 2016

Julio llega cargado de voluntarios y voluntarias que parten a conocer proyectos de cooperación , una manera de conocer mundo apoyando procesos de cambio en los países que visitan. Muchos de ellos han participado en la Feria de Voluntariado Internacional – Torna canviada, que organiza Lafede.cat en el mes de enero.

Lafede.cat ha hablado con una voluntària que ya ha vivido esta experiencia para saber cómo se formó, que aprendió o de qué manera le cambió la experiencia.
 
Arantxa Comamala es de Barcelona, tiene 27 años y el año pasado fue de voluntaria con VOLS a Andahuylas, Perú, donde convivió con niñas de familias rurales con pocos recursos. La experiencia fue tan positiva que este año va de nuevo como responsable de un Campo de Trabajo Joven en Tánger, Marruecos, con la misma entidad.
 
¿Como fue la formación que recibiste antes de irte de voluntaria? ¿Por qué es importante hacerla?
 
En el momento que tomas la decisión de hacer un voluntariado internacional, debes tener claro que es necesario e imprescindible llevar a cabo una formación, es decir, una preparación previa para ubicarte y irte preparando para la experiencia que vendrá después. Esta preparación te ayuda a ser más consciente de las desigualdades que existen en el mundo, de cómo viven y perciben las cosas en otros países y del papel que jugamos los voluntarios y voluntarias. Los aprendizajes empiezan desde el primer minuto, en el mismo instante en que decides hacer un voluntariado.
 
¿Qué aprendiste? ¿Cambió tu visión sobre las desigualdades, la pobreza o la justicia a nivel global?
 
Me chocó las enormes desigualdades entre hombres y mujeres. En el ámbito rural se ve muy claramente cómo las mujeres están en un segundo plano, trabajan en el campo, en casa, cuidan de los hijos, mientras que los hombres tienen una actitud machista y pueden ejercer la violencia sobre las mujeres. También y, gracias a las diferentes situaciones que viví, me di cuenta de que la pobreza se vive de forma muy diferente a como la vivimos aquí. A pesar de los pocos recursos materiales y económicos que tienen, no pierden la capacidad de hacer cosas, se ayudan entre ellos sin esperar nada a cambio y comparten lo poco que tienen.
 
¿Qué ha implicado la realización de este voluntariado en tu vida diaria?
 
Tantas cosas que me estoy planteando volver el próximo verano. En Perú viví muchos momentos de oración, de compartir con las niñas, era una convivencia de 24 horas con ellas y eso hace que al volver te plantees las cosas diferentes. Ahora intento dedicar un tiempo cada día a parar y pensar en todo lo que he hecho y también ha cambiado la forma de escuchar y acompañar a los niños y niñas con los que trabajo en Barcelona. No sé explicar exactamente en que he cambiado, pero veo el mundo diferente, he aprendido a escucharme y a compartir con los demás la experiencia, porque si plantas la semilla y la cuidas crecerán personas que querrán vivir una experiencia de voluntariado.

 

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