‘Soy feliz de hacer mi deber como sacerdote, de trabajar sin responsabilidades administrativas’

29 agosto 2018

Nacido en 1933 en Valencia, el P. José Santa Bibiana es una institución en Belle Glade, Florida, a cuya comunidad ha dedicado más de 24 años de su vida en los Estados Unidos. Su testimonio muestra cómo el espíritu misionero nunca se retira; un espíritu misionero que comenzó en Salesianos San Juan Bosco de la capital del Turia, con la que no ha perdido contacto.

P – ¿Cómo descubrió su vocación salesiana?
R –
A los 14 años comencé a trabajar y asistir también a una escuela vespertina. Los domingos asistía al oratorio con amigos y debía hacer unos 5 kilómetros en bicicleta para llegar hasta ese lugar. Por la mañana se celebraba la Misa y se hacían los juegos. Por las tardes se realizaban los juegos, el catecismo, la bendición y una película o una obra de teatro creada por los estudiantes y por los oratorianos. He llegado a amar la vida de los salesianos por “ósmosis”. Me gustó especialmente la forma en que los salesianos eran amigos y estaban cerca de nosotros. A la edad de 20 años me sentí listo para ingresar en la Congregación.

P – ¿Cómo se convirtió en misionero?
R –
Cuando dejé la familia para unirme a los salesianos, tenía ya la idea de convertirme en misionero. En esta elección tuvo un gran peso la revista salesiana “Juventud Misionera”, así como las visitas de los misioneros españoles. Recuerdo al P. José Luis Carreño, misionero en la India, que nos conquistó con su acordeón y sus canciones misioneras. Durante el noviciado me ofrecí para ir a misiones, y después de la Primera Profesión Religiosa, me enviaron a la Inspectoría “San Felipe Apóstol” de Estados Unidos Este. Estoy aquí desde 1956.

P – ¿Cómo vive su vocación misionera ahora?
R –
Algunos miembros del consejo Inspectorial de la época, antes de realizar a la Primera Profesión, tuvieron una entrevista con todos los novicios. Por mi parte, el que había sido mi director cuando era candidato, me preguntó con una sonrisa: “José, ¿qué vas a hacer en Estados Unidos? ¿Convertirlos a todos ellos?” Respondí: “Padre, haré lo que ellos me digan que haga”.


Durante mi vida he servido en varias comunidades de nuestra inspectoría. Ahora, a los 85 años, estoy por tercera vez en la obra salesiana de Belle Glade, es el año de servicio número 24. He sido el primer salesiano que llegó a aquí en 1980. Como vicario parroquial celebro las misas, las bodas y bautismos, confieso, visito a los enfermos, llevo el oratorio… Soy feliz de hacer mi deber como sacerdote, de trabajar sin responsabilidades administrativas. Una buena parte del tiempo lo paso rezando por las vocaciones a la vida salesiana, porque algunos salesianos están envejeciendo.

 

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