“No sé a dónde puede llevar la política; sé de qué es capaz la fe”

9 diciembre 2016

A sus 74 años, y a las puertas de un nuevo salto a la península, Monseñor Santiago Agrelo Martínez, arzobispo de Tánger, responde al Boletín Salesiano con la pasión del que ama aquello que hace. A la hora de hablar de la Iglesia no hay rodeos para este gallego que siendo párroco en la diócesis de Astorga recibió el encargo de Benedicto XVI en el año 2007 para ser arzobispo de Tánger. Desde ahí trabaja cada día en la construcción de un mundo más justo con un discurso que no teme fronteras ni concertinas.

Pregunta.- Astral, documental sobre un velero de lujo reconvertido en barco de rescate de refugiados e inmigrantes en el mediterráneo, fue emitido en horario de máxima audiencia una noche de domingo. El reportaje consiguió un 14% de share y 2.784.000 televidentes desbancando a Gran Hermano en la competencia. ¿Está cambiando algo en la sociedad o seguimos siendo espectadores pasivos?

Respuesta.- La pregunta lleva implícito un razonamiento: si ha habido tantos espectadores es porque el asunto interesa a mucha gente, y eso significaría que algo está cambiando en la sociedad. Pero a mí me afligen otras intuiciones: si se atisbase un cambio en el sentir de la sociedad con relación a los emigrantes, la política –los políticos- ya lo hubiesen detectado y hubiesen sacado las consecuencias. Y la evidencia es que, las opciones políticas con relación a los emigrantes forzados, no han hecho más que endurecerse. Temo que no esté cambiando nada.

P.- La realidad supera la ficción, también en política. En tiempos convulsos para el panorama nacional e internacional, ¿qué propuesta les haría a los líderes sobre el tema migratorio?

R.- Aquí se necesitaría la palabra de alguien capaz de explicar las ventajas económicas, culturales, sociales, que pueden significar para la sociedad los emigrantes. Yo no soy ese alguien. De ahí que me limite a recordar principios, valores, derechos… Derechos que no otorgan los Gobiernos sino que se tienen porque «son del hombre»; derechos cuyo ejercicio los Gobiernos debieran siempre garantizar; derechos que se debieran proteger con particular preocupación cuando a verlos amenazados o pisoteados es la humanidad más indefensa y vulnerable… Lamentablemente, la previsión más verosímil de evolución en nuestras sociedades es la de una xenofobia creciente y una solidaridad menguante… La esperanza para el futuro pasa por el compromiso social de las comunidades eclesiales. No sé a dónde puede llevar la política; sé de qué es capaz la fe.

P.- Se habla continuamente de periferias, pero en la práctica ¿cómo se lleva a cabo en Marruecos el deber ineludible de todo cristiano y más de todo obispo, de ser evangelizador, misionero?

R.- Nuestra palabra es nuestra vida. Al menos intentamos que sea así: que hable nuestro amor, nuestra esperanza, nuestra fe; que hablen nuestras manos –lo que hacemos-, nuestros ojos –nuestras miradas-, nuestros pies –los caminos que recorremos-, nuestro corazón –nuestras vidas de puertas abiertas-.

P.- ¿Qué supone ejercer como pastor de una minoría en un contexto donde la inmensa mayoría de las ovejas no son de su redil?

R.- En el territorio de esta archidiócesis no hay ovejas que no sean de este redil, pues nadie se queda fuera de mi cuidado, nadie queda fuera del amor de Dios, nadie queda fuera del amor de la Iglesia.
 
 
Puedes leer la entrevista completa en la web del Boletín Salesiano y en la página 32 del ejemplar en PDF.

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