Jubileo de reclusos, un auténtico regalo de Dios

22 noviembre 2016

En torno a unas mil personas privadas de libertad, provenientes de las cárceles de una docena de países, se concentraron el pasado día 6 de noviembre en Roma para Celebrar el Jubileo. Junto a ellos, y viviendo el mismo espíritu de esperanza y comunión, les acompañaron miles de miembros de la Pastoral Penitenciaria de los países participantes, así como Funcionarios y personal colaborador. Unos días de una gracia especial de Dios donde se ha podido experimentar de un modo tangible y claro la misericordia infinita de Dios. 

Aunque el Jubileo empezaba el sábado, para la expedición salesiana de Jaén empezó momentos antes con la extraordinaria y cariñosa acogida de la Casa Generalizia y el saludo casual con el Rector Mayor.

El sábado por la tarde tuvo lugar un encuentro por delegaciones en diversos Templos de Roma, cercanos al Vaticano. Los españoles, portugueses y un grupo de italianos se reunieron en la Iglesia de San Juan Bautista de Fiorentino. Este momento se vivió con una intensa profundidad religiosa con la adoración al Santísimo y el sacramento de la reconciliación.

"Tengo que decir que, como sacerdote, he recibido la gracia de Dios al poder ser transmisor del perdón de Dios, el poder contemplar corazones arrepentidos que esperaban esas palabras de aliento y perdón. He experimentado así mismo la felicidad en esos rostros arrepentidos cuando escuchaban de mi boca: Dios te quiere por lo que eres no por lo que haces. Mirarles a los ojos y decirles: Dios no te pide explicación de los has hecho, Él está en la puerta esperando que vuelvas arrepentido, dispuesto a comenzar de nuevo"; comentaba José González, salesiano de la Inspectoría María Auxiliadora participante en la experiencia.

Entre los momentos destacados se encontraban las palabras que el Papa Francisco dirigió en su homilía con un mensaje claro y esperanzador: "No existe lugar en nuestro corazón que no pueda ser alcanzado por el amor de Dios. Donde hay una persona que se ha equivocado, allí se hace presente con más fuerza la misericordia del Padre, para suscitar arrepentimiento, perdón, reconciliación". Desde los distintos puntos de reunión los participantes marcharon en peregrinación hacia el Vaticano. "El pasar por la Puerta Santa fue otro de los grandes momentos. Atravesar la puerta con hermanos que, como yo son pecadores, aunque ellos están penando su delito y experimentar el perdón y la misericordia de Dios", explicaba José González.
 
El domingo el encuentro tuvo lugar en la Basílica de San Pedro. El Papa Francisco, apoyado en su cruz de madera, caminó con paso decidido hacia el altar mayor desde donde presidió la celebración del gran encuentro en la Misericordia para más de cuatro mil asistentes a la Eucaristía. "Esto fue el colmo del regalo, poder concelebrar junto al Papa en esa celebración tan especial con una comunidad que como el publicano del Evangelio, arrodillados dijimos: perdónanos Señor que somos pecadores. Y, en ese ambiente tan lleno de Dios, poder escuchar las palabras del Papa que nos decía: Su misericordia no lo deja tranquilo… No existe tregua ni reposo para Dios hasta que no ha encontrado la oveja descarriada", compartía su experiencia el salesiano.

Unas palabras que llegaron al corazón de todos los presentes, especialmente a los que experimentan el sufrimiento por la terrible desgracia de la pérdida de la libertad, como también a quienes comparten el dolor y la tragedia de una vida sin libertad por errores y equivocaciones en la vida. Como decía el Papa: “Os digo: cada vez que entro en una cárcel, me pregunto: «¿Por qué ellos y no yo?». 
 

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