“Ha sido un regalo muy grande poder vivir esta experiencia que siempre estará en nuestros corazones”

29 julio 2015

Todo empezó el veinte de julio, un lunes cualquiera que se convirtió en un día no cualquiera, sino muy especial e inolvidable para todos nosotros, pues reunirnos todos aquella tarde, sin esperarlo, cambió nuestras vidas.

Durante estos días de convivencia hemos podido conocer a grandes personas dispuestas a ayudar en todo y a ofrecer una gota de agua para llenar el océano; hemos construido un museo de las palabras olvidadas que han de desaparecer para que nuestras vidas sean mejores; hemos participado en construir una ciudad con unos valores imprescindibles como la empatía, el compromiso, la inocencia, la valentía, la voluntad, la igualdad, la justicia, la solidaridad, la humildad, el respeto, la libertad y la sencillez, entre otros; y nos hemos encontrado con el Reino de Dios sintiéndonos parte de él.
 
Nunca me hubiera imaginado que tras estos ocho días podría descubrir cosas escondidas en mí y construir -con pequeñas acciones que pueden suponer grandes cambios para hacer felices a otras personas- el Reino de Dios en el que vivimos. Levantarse con una sonrisa un día de lluvia, ver un gesto de alegría a tu alrededor y compartir momentos de silencio te hace crecer como persona.
 
Ha sido un regalo muy grande poder vivir esta experiencia que siempre estará en nuestros corazones y ha sido un placer poder escuchar el testimonio de personas que, de alguna manera, van descubriendo los valores del Reino de Dios y se van comprometiendo en su construcción.
Gracias a nuestras actitudes frente a la vida, nuestro comportamiento con las personas que nos rodean, nuestras miradas, y nuestros gestos podemos mantener viva nuestra esencia. Con estos campas hemos aprendido, además, a seguir el camino que Dios nos tiene guardado, su sueño del cual formamos parte.
 
Compartir estos días, aprovecharlos y vivirlos intensamente han mantenido presente el Reino de Dios que está en nosotros mismos. Todas las personas que han hecho posible esta experiencia han puesto un granito de arena y una pizca de cariño en mi corazón. Doy gracias por la inmensa oportunidad que me han brindado y que nunca olvidaré. Esto, no obstante, no termina aquí, solo acaba de empezar.
 

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