ESTUDIO DE LA PALABRA| CICLO A – XXXI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

30 octubre 2023

XXXI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO Ciclo A (Mt 5,1-12)
ORACIÓN

Creemos que estás en medio de nosotros, Padre, y en nuestro interior;
creemos que el Espíritu de tu Hijo nos impulsa.
Te pedimos que no dejamos de estar abiertos al Espíritu,
y que sepamos escuchar sus insinuaciones.
Que venga sobre nosotros tu Espíritu
que nos ayude a conocer más a tu Hijo
a través de la Palabra que ahora escucharemos.

(B) PASOS PARA LA MEDITACIÓN

1. LEE…

¿Qué dice el texto?
Atiende a todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas. Para la comprensión del texto te pueden servir los comentarios que te ofrecemos a continuación.

Texto (Mt 5,1-12)
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

Comentarios:
El sermón del monte se abre con una introducción que sirve de marco a las palabras de Jesús. Los destinatarios son los discípulos y la gente (véase Mt 4, 18-25). Jesús está en un monte, lugar tradicional de la manifestación de Dios (Sinaí, Horeb…); y sentado, en actitud de enseñar. La enseñanza es una actividad característica de Jesús (Mt 4, 23-25; 9-35; 11-1). Los discípulos sólo podrán asumirla después de ver al resucitado (Mt 28 16-20), pues la verdadera enseñanza sólo es posible después de conocer todo el misterio de Jesús.

Las bienaventuranzas forman la obertura de este gran discurso. Son como un resumen de lo que viene después, la quintaesencia del estilo de vida que manifiesta la presencia del reino. Sobre el soporte de un esquema literario común en la tradición sapiencial y apocalíptica del Antiguo Testamento (Sal 1, 1; 33-12; Prov 3 3; Dn 12, 12), y utilizado otras veces por Jesús (Mt 11, 16; 13-16; 16 -17; 24-46), Mateo ha reunido esta serie de nueve bienaventuranzas, y las ha ordenado en dos grupos de cuatro, más la última, que cierra la serie.

Las ocho primeras están en tercera persona del plural, y forman un grupo homogéneo. La primera y la octava concluyen con la promesa del reino de los cielos, mientras que la primera y la cuarta se refieren al cumplimiento práctico de la voluntad de Dios (literalmente “la justicia”. Véase comentario a Mt 6, 1-4). La novena es, en realidad, una aplicación concreta de la octava. Es notable la diferencia entre estas bienaventuranzas y las de Lc 6, 20-23. La comparación de ambas puede darnos una idea del trabajo redaccional de Mateo. Sus notas características son la espiritualización (Lc: pobres; Mt: pobres en el espíritu), la ampliación (cuatro en Lc; nueve en Mt) y la aplicación al comportamiento cristiano.

Lucas habla de situaciones, y Mateo de actitudes. Los gritos de alegría de Jesús por la llegada del reino de Dios y la liberación que viene con él, fueron interpretados en la iglesia de Mateo como orientaciones para la conversión y el cambio de vida que exige dicho acontecimiento. En cada una de ellas existe una tensión entre la situación presente y la que está a punto de brotar: el reino se hace presente de forma germinal en los pobres, los misericordiosos…; pero Dios está a punto de instaurar definitivamente su reino, y la situación va a cambiar radicalmente. En conjunto, son un mensaje de esperanza, y una palabra de aliento, para descubrir la presencia actual del reino y anhelar su llegada definitiva (véase comentario a Mt 4,17).

Las bienaventuranzas declaran dichosos a hombres considerados de ordinario malditos y desgraciados. Son el grupo de los “pobres del Señor”, que han puesto su confianza sólo en él, y alimentan su espiritualidad en los salmos del Antiguo Testamento (Sal 24, 3-4; 37 11); pero representan también al grupo de los discípulos, a los que Jesús ha prometido el reino: son pobres, porque han puesto en Dios toda su confianza; y deben ser humildes, misericordiosos, de corazón limpio y constructores de la paz; han de vivir deseando siempre hacer la voluntad de Dios, aunque este deseo les acarree la persecución y la calumnia (Véase comentario a Mt 10,16-25). Los discípulos tienen aquí un espejo en el que mirarse, pues esta declaración inicial de Jesús ha de ser para ellos un motivo constante de reflexión y conversión.

2. MEDITA…

¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Sugerencias:

“Búsqueda de la fraternidad con el débil… Búsqueda de una vida secreta, escondida sólo en Dios.”

“Nos abre una línea desbordante de misericordia: Búsqueda de la transparencia, de la autenticidad…”

– “¡Felices los sencillos!”
– “¡Bienaventurados los pobres!”

3. CONTEMPLA Y REZA…

¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Sugerencias:

Te damos gracias, Señor,
por toda la gente de buena voluntad.
Señor, que su voluntad invada nuestros corazones,
que su sencillez nos envuelva con su fuerza,
que su transparencia nos ilumine,
que su esperanza abra nuestros limitados horizontes…

Ellos son, Señor,
el mejor testimonio de tu presencia entre nosotros,
gracias, Señor, por nuestros hermanos,
todos los Santos.

.4. ACTÚA…
¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

5. COMPARTE…
Si la Lectio se hace en grupo, podéis compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.

6. DA GRACIAS…
Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.

Gracias, Padre, por lo que me has revelado con esta Palabra.
Ayúdame a progresar en el conocimiento de tu Hijo, Jesús,
y hazme dócil a la acción del Espíritu en mi vida.

Fuente Oración: Evangelio al dia 2020 Ed. CCS

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