El doctor Gálvez

17 mayo 2016

CUANDO EL DOCTOR GÁLVEZ ESTUVO PRESO EN EL COLEGIO SALESIANO
 
La vida de don José Gálvez Ginachero es digna de una película y en esa película el Colegio Salesiano de Málaga tendría que salir muchas veces pues don José pasó muchas horas haciendo el bien en nuestro centro, pero también tendría que contener una escena en la que el Dr. Gálvez es conducido de mala manera al patio de nuestro colegio y allí es interrogado y detenido. Si quieren saber más, pasen y lean.
 
Me acordé de esta triste historia hace unos días. Estaba un servidor en su clase del colegio cuando se abrió la puerta y entró en el aula, para gran alegría mía, el salesiano don Pedro Ruz. Don Pedro es malagueño, fue alumno de nuestro centro, sintió la llamada vocacional y se hizo salesiano. Y un buen día llegó a Málaga como Director del Colegio y de la Obra Salesiana, que recibió gran impulso bajo su mandato. Yo admiro mucho a este salesiano que es historiador, pertenece al Instituto Histórico Salesiano, y que se encuentra en la actualidad destinado en la comunidad salesiana de Valencia donde está terminando una biografía de don Marcelino Olaechea, arzobispo salesiano de la ciudad del Turia entre 1946 y 1966 y un hombre eminente y de gran valía.
 
Don Pedro Ruz es un gran admirador de la figura de don José Gálvez Ginachero y pertenece a la comisión pro-beatificación de nuestro gran paisano. Él me regaló, con una extensa y muy amable dedicatoria, el libro “Semblanza de don José Gálvez Ginachero” que, con textos de don Francisco García Villalobos, fue editado por la Asociación Pro-beatificación, en julio de 2013. En este libro, en la página 51, se cuenta la triste anécdota que da pie a este artículo.
 
Pero hagamos las cosas bien y en orden. Comencemos por el principio. Digamos algo de don José Gálvez para poderlo luego enfocar debidamente como un pobre detenido en el patio del Colegio Salesiano “San Bartolomé” de Málaga.
Pocos colegios podrán presumir de que un santo se haya paseado por sus instalaciones. Pues bien nuestro colegio ha acogido a diez: los ocho  beatos mártires salesianos que fueron asesinados durante la Guerra Civil, el beato Don Rúa, primer sucesor de Don Bosco, que  nos visitó en abril de 1899, y el gran bienhechor de la Obra Salesiana malagueña don José Gálvez, que no tengo ninguna duda de que veremos en los altares muy pronto. Tampoco muchas ciudades pueden presumir de haber tenido un alcalde santo.
 
Don José nació en Málaga en 1866. Su padre, que era administrador de los Loring, pudo enviarlo pronto, dadas sus buenas calificaciones y su inteligencia despierta, a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad de Granada, en la que obtuvo, en 1888 (con veintidós años) el título de médico. El Doctorado lo cursó en Madrid especializándose en obstetricia y ginecología. Amplió estudios en París y Berlín, aprendiendo las más avanzadas técnicas quirúrgicas. En 1893 ingresó como médico de obstetricia en el malagueño Hospital Civil, del que sería con el tiempo Director y en el que ejercería durante cincuenta y ocho años. 
 
Su gran humanidad y conciencia social le hizo dedicar toda su vida a los más pobres y necesitados. Católico ferviente nunca, ni en los más difíciles momentos, ocultó su fe ni dejó de trabajar por los más débiles. Fue alcalde de Málaga de 1923 a 1926 y a él se deben muchas iniciativas en cuestión de higiene pública, abastecimiento de agua y alcantarillado que mejoraron la vida de los barrios más pobres de la ciudad.
 
De nuestra casa salesiana fue siempre un gran bienhechor. De ello hablé ampliamente en un artículo en SUR titulado “El día que nos robaron al doctor Gálvez”, publicado el 11 de Septiembre de 2011 y posteriormente recogido en mi libro “Don Bosco en Málaga”. Don José fue Cooperador Salesiano, al igual que lo fuera ya su madre, y nunca faltó a su visita diaria a Mª Auxiliadora en la capilla de nuestro Colegio.
 
 Siempre estuvo ayudando en cuantas necesidades tuvieran los jóvenes acogidos en nuestra casa  y presidió innumerables veces los actos celebrados en el patio de nuestro colegio. Su generoso bolsillo solucionó muchos problemas y adquirió mobiliario y maquinaria para nuestras escuelas salesianas.
 
Hagamos ahora, si les parece, un poco de “memoria histórica”. Durante la Guerra Civil nuestra capilla fue profanada, nuestro Colegio asaltado, quemados nuestro archivo, nuestra biblioteca y la imagen de Mª Auxiliadora. Nueve salesianos y profesores fueron asesinados. La capilla fue convertida en garaje del cuartel de la FAI que se instaló en nuestro edificio no sin antes destrozar el mobiliario y mucha de la maquinaria adquirida precisamente con la ayuda de don José Gálvez. El patio de arriba del Colegio, según testigos presenciales, era un estercolero en el que había material escolar, libros quemados, restos de los enseres eclesiásticos saqueados de la capilla, mobiliario de la clausura de la casa salesiana y restos orgánicos de todo tipo.
 
A este patio fue conducido un buen día, a empujones desde el Hospital Civil, el doctor Gálvez por una patrulla anarquista. En nuestro Colegio fue interrogado e insultado, zarandeado y vejado. ¿Veis la  situación?, ¿comprendéis  todo el dramatismo del momento? En este patio en el que don José tantas veces fue recibido con el cariño y la admiración  de nuestros alumnos y de toda la Familia Salesiana; en este patio en el que tantas veces participó en el acto que en su agasajo se celebraba todos los días 19 de Marzo, y en el que él tanto disfrutaba (no hay más que ver su cara en las fotos que se conservan de aquellos actos); en este patio en el que don José fue tan feliz en los días de las festividades de Mª Auxiliadora y de Don Bosco, la mirada del doctor Gálvez debió de ver la triste situación actual y de sentir la ausencia de sus amigos salesianos mucho más que si hubiera sido conducido detenido a otro lugar de Málaga. ¿Comprendéis lo que debió de sentir el alma buena de este hombre bueno?
 
La detención del doctor Gálvez en el edificio del Colegio Salesiano corrió como la pólvora por la ciudad de Málaga e indignó a muchos, a muchísimos, de sus habitantes. Tanto las autoridades republicanas como todas las facciones que pululaban por la enloquecida y martirizada ciudad, incluidos los de la extrema izquierda comunista, reprobaron la acción de los anarquistas de la FAI contra don José, que muy pronto fue liberado.
 
Y es que el respeto por la figura de este hombre santo, que atendía en su hospital lo mismo a los heridos de un bando como a los del otro, era inmenso en Málaga. Don José tuvo fama de santo ya en vida. Una vida que dedicó al servicio de los demás, siempre generoso y paciente. En pocas cosas los malagueños de todo pelaje han estado siempre de acuerdo. Por eso no dudamos que don José, fallecido en 1952, verá pronto reconocida por la Iglesia su santidad. Una santidad que ya tiene en el corazón de todos los malagueños de bien. 
 

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