Comenzar con un interrogante es siempre un reto. No es que dudemos que Don Bosco no fuera un gran educador en el siglo XIX y su labor fuera reconocida en su tiempo, sino que vamos más allá. Nuestro desafío es pensar en la actualidad de su acción educadora hoy día.
Don Bosco evidentemente no fue un gran pedagogo, entendido como un teórico de las ciencias educativas o un gran pensador o formulador científico de grandes teorías pedagógicas, sino que fue un gran educador, que supo formar numerosas generaciones de jóvenes que pasaron por sus manos para afrontar la vida de su tiempo y las necesidades de sus vidas y formar una escuela de educadores con sello propio, el estilo salesiano de educar.
¿Cuál fue su punto de partida? ¿En qué se basó?
– El parte, como todos, de su experiencia personal. La primera de todas ellas, su vida familiar: su experiencia de familiar, la falta de la figura paterna, la Mamá Margarita mujer fuerte y creyente que tuvo que hacer de padre y madre. Y después ver y observar la situación de los jóvenes pobres y abandonados: la experiencia de los jóvenes en “la Generala”, la cárcel de Turín, el “mercado de brazos” de Porta Palazzo, los niños y jóvenes vagabundos por las calles, los jóvenes encaramados en los andamios o limpiando chimeneas, la situación laboral, moral, socio-económica y eclesial de los niños y jóvenes emigrantes del campo,…
– El segundo elemento que lo conforma es su formación: desde sus primeros pasos educativos, en el Seminario de Chieri, en el Convicto de Turín dirigido por Don José Cafasso, sobre todo su formación en la moral alfonsiana frente al jansenismo imperante en muchos ambientes eclesiásticos.
– La experiencia de otros educadores de los que aprendió: los oratorios milaneses y de Don Cocchi, la escuela y educadores lasalianos, maristas y jesuitas y otras congregaciones dedicadas a la educación.
– Las nuevas respuesta ante los desafíos en la práxis diaria de la educación le ponía por delante. Don Bosco responde (resolutivo) con nuevas iniciativas (creativo) ante las “emergencias educativas” con las que se fue encontrando a lo largo de su vida: ante los jóvenes en la calle sin oficio ni beneficio, creó los Talleres para Artesanos (núcleo de la Formación Profesional); ante la no competencia moral de los estudios en Turín, sus propias escuelas; ante los niños vagabundos, internados; ante los jóvenes ociosos los días festivos, el Oratorio lleno de actividades; ante los libros “impíos”, numerosas publicaciones formativas;…
Este sistema, creado en el siglo XIX, tiene unos elementos que trascienden su época y se adaptan a la realidad actual, a los nuevos tiempos y a las nuevas “emergencias” educativas, que podemos resumir en:
1. Su punto de partida: la centralidad del joven radicado en su valor como persona humana y como hijo de Dios.
2. Un modelo pedagógico basado en la comprensión, en la confianza, en el amor que educa, en lo afectivo (amorevolezza) y en la religión.
3. Un sistema educativo flexible, proactivo y abierto a nuevas soluciones ante nuevos retos.
4. El equilibrio entre fidelidad a los principios y valores y apertura a lo nuevo basado en la praxis y la observación atenta.
5. La apertura a los problemas y necesidades de los jóvenes de cada momento (Oratorio Festivo, Talleres, Escuelas, Internados, manuales,…)
6. Un Magisterio que más que un sistema doctrinal, pensado, escrito y heredado, es una praxis válida y eficaz basada en la intuición educativa. (Scentia sed ars), que llama, el Sistema Preventivo.
El gran salesiano Don José Bertello que en 1910, en la introducción sobre la formación de los artesanos formuló una frase famosa que hizo carrera entre nosotros: “Con Don Bosco y con los tiempos”. Nos abre con ello, a la actualización del Magisterio pedagógico de Don Bosco Hoy.
1. Renovar sus fundamentos teológicos, sobre todo a partir del Vaticano II (por ejemplo la valoración en su justa medida de la labor seglar), y antropológicos de las nuevas ciencias sociales que abren un horizonte capaz de ofrecer nuevas respuestas.
2. Una condición juvenil que cambia a un ritmo vertiginoso (nuevas sensibilidades, “tribus juveniles”….).
3. Nuevas acciones e intervenciones educativas que intentan responder con creatividad a esa realidad juvenil tan cambiante (los “nuevos patios”, las redes sociales, los “no lugares”, la interculturalidad, las relaciones interraciales e interreligiosas,…)
4. La pluralidad de contextos políticos, culturales, tecnológicos, económicos, eclesiales en un mundo cada vez más globalizado e interconectado.
5. Valoración social mayor del joven, de su mundo afectivo-sexual y del mundo femenino.
6. El papel de la Iglesia en relación con el mundo actual (el alejamiento, el abandono, la indiferencia, la repulsión,…) y el campo de la educación (las emergencias educativas, los cansancios-burn out, el envejecimiento del clero y los religiosos en el primer mundo).
7. Las nuevas perspectivas con respecto a la evangelización, aculturación e inculturación de la Buena Nueva (religiosidad ecléctica, líquida, relaciones con otras religiones o con los no creyentes).
8. La emergencia en el cuarto mundo expresado en una condición juvenil de periferia con unas pobrezas educativas hasta ahora inéditas (violencia extrema, desintegración del sistema, normalización, inclusión /exclusión…).
Esta reflexión, “Con Bosco… y con los tiempos”…., nos abre a un debate tan necesario como actual entre nosotros educadores salesianos…
– ¿Qué hacemos como Familia Salesiana para actualizar en el siglo XXI ese sistema educativo de Don Bosco que dio respuesta en el siglo XIX? ¿Qué podemos hacer a nivel personal?
– ¿Cuál es nuestra aportación más genuina al mundo de la educación y de la Iglesia actual?
– ¿Qué iniciativas responden más a la situación actual de los jóvenes desde el Sistema Preventivo? ¿Ya las tenemos o tendríamos que crearlas?
… son interrogantes que ponen en cuestión nuestra propia razón de ser, nuestra identidad como salesianos educadores y evangelizadores. El debate está abierto….
