VIVIR A FONDO | CICLO B – Pentecostés

23 mayo 2021

JN 7, 37-39

El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús en pie gritó: «El que tenga sed, que venga a mí y beba el que cree en mí; como dice la Escritura: “de sus entrañas manarán ríos de agua viva”». Dijo esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él.

Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.

La venida del Espíritu significó para aquel puñado de discípulos el fin del miedo y del temor. Las puertas de la comunidad se abrieron. Nació una comunidad humana, libre como viento, como fuego ardiente. No sin razón dice Pablo: «Donde hay Espíritu de Dios hay libertad», y donde hay libertad, autonomía, y donde hay autonomía, se fomenta la pluralidad y la individualidad, como camino de unidad, y resplandece la verdad, porque el Espíritu es veraz y nos guiará por el camino de la verdad, de la autenticidad, de la vida, como dice Juan en su evangelio. Que venga un nuevo Pentecostés sobre nuestro mundo –es nuestra oración- para acabar con esta ola de intolerancia e intransigencia que nos invade por doquier.

Estaría bien hacer un tiempo de oración más profunda, tratando de escuchar lo que el Espíritu puede suscitar en mí y que quizá no tengo condiciones de escuchar en la prisa diaria. Educar la mirada: lograr «ver» al Espíritu actuando en tantas cosas como Él mueve y dirige… No dejarnos deslumbrar por todos los que se remiten fácilmente al «espíritu» y en su nombre se apartan del compromiso del amor, de la atención a los pobres….

 

Ven, Espíritu Santo.

Ven, Padre de los pobres, llena nuestros corazones,

enciende en nosotros la llama de tu amor.

Ven, Espíritu creador, renuévanos,

igual que la tierra se renueva cada primavera

para preparar las cosechas del verano.

Ven, Luz y Fortaleza,

aparta de nosotros la rutina,

el miedo al riesgo, la desesperanza.

Ven, Espíritu del Señor Resucitado,

haznos vivir siempre su vida.

 

María Pentecostés

María Pentecostés,

cuando la Iglesia aún era

pobre y libre

como el Viento del Espíritu.

María Pentecostés,

cuando el fuego del Espíritu

era la ley de la Iglesia.

María Pentecostés,

cuando los Doce exhibían

el poder del testimonio.

María Pentecostés,

cuando era toda la Iglesia

boca del Resucitado.                                         (Pere Casaldáliga)