«Aquí veo que los niños y niñas son mucho más felices que en Europa»

8 mayo 2015

Rafael Sabé es un misionero salesiano que, desde agosto de 2012, está trabajando en Guinea Conakry, uno de los países más golpeados por el Ébola. En esta entrevista nos cuenta cuál es la situación actual en el país y hace un repaso de su trayectoria como evangelizador en África. Su relato revela, también, las condiciones en que viven los niños con quien tiene contacto y como eran y son los famosos enterramientos que tantos dolores de cabeza han llevado a las autoridades sanitarias. "Una vez terminados los estudios de derecho en Barcelona, sentí en mi corazón el deseo de darme a la educación de los jóvenes como lo hizo San Juan Bosco", afirma.

Eres misionero salesiano desde hace más de dos décadas. ¿Cómo es que elegiste este camino?

Una vocación de misionero no se improvisa. Dejar una familia y un país que amas es el fruto de la educación que has recibido como un don de los padres. Desde muy pequeño, mis padres me transmitieron la capacidad de dejarme ordenar la vida por la caridad. Os pondré un ejemplo. Mi padre era ganadero. Un día, el veterinario vino a vacunar todas las vacas que teníamos y se equivocó de inyección. Como consecuencia todas las vacas tuvieron que abortar. Esto nos llevó un grave perjuicio económico. ¿Cuál fue la reacción de mi padre? Ese mismo día, por la noche, el veterinario vino a disculparse. Yo, entonces, tenía diez años y el testimonio de perdón dado por mi padre no lo he olvidado nunca.

¿Cuando empezó todo?

Una vez terminados los estudios de derecho en Barcelona, ??sentí en mi corazón el deseo de darme a la educación de los jóvenes como lo hizo San Juan Bosco. En 1992, después de los Juegos Olímpicos, aterricé en Abiyán, la principal ciudad de Costa de Marfil, donde empecé a trabajar con los niños de las calles del popular barrio de Koumassi. Más adelante, estuve durante un año en Duékoué y doce más en Korhogo. Nunca podré olvidar el estallido de la guerra civil el 19 de septiembre de 2002 y la opción de los salesianos de permanecer en el país.

¿Cuál fue la respuesta humanitaria?

Durante el primer año de guerra, todas las escuelas estaban cerradas. Con la colocación de UNICEF y las cinco parroquias de la ciudad, pusimos en marcha una escuela informal con más de nueve mil alumnos. El objetivo era ofrecer un espacio preventivo donde se pudiera vivir en un ambiente de paz, dar a los niños y niñas la posibilidad de ir a la escuela e impedir que muchos niños se convirtieran niños soldados.

Luego cambiaste de país …

Del 2006 al 2012, el provincial me envió a Togo, concretamente a la ciudad de Kara, donde los salesianos tenemos diferentes proyectos como una escuela profesional, un colegio, un instituto y diferentes programas de trabajo con los jóvenes de la universidad. Una de las tareas que más me marcó fue trabajar con los "niños demonio". Salvamos cientos de niños que habían sido rechazados por sus familias al ser considerados brujos.

Finalmente, aterrizas en Guinea Conakry. ¿Qué te encontraste cuando llegaste?

En agosto de 2012 me mandaron a Guinea Conakry. Para mí, el cambio fue muy grande, ya que en Guinea no había electricidad, agua, teléfono, ni tampoco muchas otras cosas que Costa de Marfil o Togo sí ofrecían. En Siguiri, nuestra parroquia ayuda muchos pueblos y en el campo educativo trabajamos con una escuela primaria y una escuela profesional.

Hace un año y medio se alertó de la aparición de un nuevo brote de ébola. ¿Cómo se vivieron los inicios?

El Ébola comenzó en Guinea en diciembre 2013, pero no se conoció oficialmente hasta marzo de 2014. Estos meses de incertidumbre posibilitaron que el virus se propagara en Sierra Leona y Liberia. Al principio, la gente no se lo creía y eso hizo que no se le diera la importancia que había. Unos decían que el virus lo habían creado los occidentales para experimentar y otros aseguraban que era fruto de la brujería. Cuando la Cruz Roja o Médicos Sin Fronteras venían a ayudar, había gente que afirmaba que lo que querían era transmitir la enfermedad. Por ello, muchos hospitales que luchaban contra el Ébola fueron saqueados por la población. En este ambiente, las autoridades locales y las ONG hicieron un gran esfuerzo para informar como prevenirla.

Desgraciadamente, la enfermedad se fue propagando …

A mediados de julio tuvimos el primer caso de Ébola en la zona. Un joven, al ver morir a su madre y todos sus hermanos, creyó que alguien con poder maléficos quería eliminar su familia. Para romper con esta maldición optó por huir hacia Siguiri e hizo cerca de 300 kilómetros en moto. Cuando llegó, fue a una clínica y contaminó el personal sanitario. Desde ese día hasta hoy hemos tenido 29 muertes por Ébola. A principios de agosto de 2014, viendo la necesidad urgente de sensibilizar a la población, las autoridades constituyeron el Grupo de PrevencióAnti-Ebola por la región de Siguiri.

Tú eres miembro de este grupo. ¿En qué consiste su labor?

Nuestra tarea es muy sencilla: sensibilizar a la población. Debemos hacer ver a la población que el ébola es una realidad y que es un virus que mata. Cuando se creó, las autoridades intentaron reunir todas las personas que podían hacer todo un trabajo de sensibilización sobre la población. Y así escogieron, además de políticos y sanitarios, diferentes autoridades religiosas. Imanes para los musulmanes y los cristianos pensaron con nosotros.

Durante el punto más álgido de la enfermedad, ¿cómo se hacía para atender a los pacientes contagiados?

En todas las regiones se constituyeron hospitales, únicamente para tratar los casos de Ébola. Cuando una persona tiene los síntomas, lo primero que tienes que hacer es descubrir cómo ha cogido el virus y con qué personas ha estado en contacto. El siguiente paso es el de encontrar todas las personas con las que el enfermo ha tenido algún contacto. No es necesario que estén ingresadas en el hospital. Sólo hay que controlar en todo momento la temperatura. Si la fiebre aparece, es entonces cuando el enfermo debe ser ingresado en el hospital. Se trata de romper el círculo de expansión.

Muchos enfermos contrajeron la enfermedad en los entierros a raíz del contacto directo con los difuntos. ¿Costó mucho hacer entender que había que tener precaución?

Efectivamente, uno de los motivos principales de contagio ha sido el contacto directo con los difuntos. Es en el momento de la muerte y en las horas posteriores cuando el virus de Ebola es más fuerte. La capacidad de contagio es altísima. Aquí las defunciones no se esconden. Todo el mundo participa directamente en los funerales. Es un momento para reconciliarte con el difunto y con su familia. Es una ocasión para decirle que le amabas y para pedirle perdón. Es una fiesta familiar y col·lectiva, es una fiesta de dolor y de alegría. Cuando una persona muere a raíz de la enfermedad, las autoridades sanitarias entierran el cuerpo e impiden que se pueda tocar o lavar. Por tanto, no se puede hacer un funeral con el cuerpo presente. Por eso, mucha gente escondía los enfermos o difuntos. Aquí en Siguiri una familia pidió el cuerpo de un difunto y, ante la respuesta negativa de los sanitarios, la población atacó el hospital.

Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha cuantificado en 10.000 el número de muertos en África Occidental por Ébola. ¿Se habría podido minimizar el impacto?

Sí, si se hubiera hecho lo que había que hacer y rápidamente. Pero no olvidemos que estamos en un contexto mundial de crisis donde el FMI anima a la austeridad presupuestaria, paralizando así las inversiones en muchos sectores y entre ellos el del campo de la salud. Si el país hubiera tenido los medios necesarios, se habría podido crear el estado de urgencia en las regiones de la selva donde empezó, imponiendo un seguimiento activo y preventivo. Había que hacer lo que se está haciendo actualmente, es decir hacer un control y un seguimiento de los casos el Ébola. Pero para hacer esto se necesitaba la ayuda internacional con personal sanitario preparado.

A consecuencia de la enfermedad, se calcula que la economía de Guinea se ha ralentizado un 75% en las ciudades y un 68% en las zonas rurales. ¿Qué es lo que ves tú?

El virus del ébola ha paralizado el país. Si ya las carreteras estaban con muy mal estado, la realidad del virus de Ebola ha provocado caída en el comercio interior, lo que podría provocar una crisis alimentaria. En cuanto al comercio exterior, se han anulado prácticamente todos los vuelos de avión y los barcos ya no hacen escala en el puerto de Conakry. Esto provoca un ahogo económico grave. Además, muchas inversiones previstas con fondos exteriores no se han realizado y esto ha provocado un ralentí real de la economía de Guinea.

Los niños vuelven a la escuela, pero bajo unas estrictas normas de seguridad. ¿Nos lo podrías explicar?

A finales de enero el ministro de educación ordenó la apertura de las escuelas. Hay que ser muy prudente, ya que un solo caso puede contagiar muchos alumnos. Cuando se abrieron los centros escolares se tomaba la temperatura a todos los alumnos cada día. Ahora que la región de Siguiri ha sido declarada libre de Ébola, sólo se hace con los que presentan síntomas de fiebre o malestar. La enfermedad se transmite cuando la fiebre se manifiesta a treinta y ocho grados y medio. Cuando llegan a la escuela o cuando vuelven del patio, todos los alumnos deben lavarse las manos con jabón.

Durante todo este tiempo, ¿cómo has visto que actuaba la población? ¿Cuál es el ambiente que se ha respirado durante este tiempo?

El ambiente invitaba a ser muy prudente. Las madres vigilaban que los niños no fueran a jugar en otros barrios y no se daba la mano a nadie. Nosotros mismos teníamos y tenemos que ser muy cuidadosos con las visitas, cuando hablamos con gente, con los jóvenes … A finales de enero, una alumna de diez años manifestó los síntomas de la enfermedad. Con mucha delicadeza, le dije que me acompañara al dispensario. Con lágrimas en los ojos, comenzó a gritar y a decir que no tenía el Ébola. Yo le dije que seguro que no, pero como tenía fiebre teníamos que ver si era malaria. Intentó huir de la escuela, pero los alumnos la atraparon. La hicimos calmar, fuimos al dispensario y, finalmente, resultó que tenía malaria.

¿Cuando crees que se podrá, finalmente, declarar la extinción de la enfermedad en Guinea y en la zona?

Yo espero y deseo que los dos próximos meses sean claves para acabar con el ébola. Y si lo digo es porque es necesario que se controle totalmente la enfermedad antes de que empiecen las lluvias que podrían provocar un resurgimiento. Sólo queda un mes para que empiecen a llegar las primeras tormentas.

Hay quien dice que Occidente sólo se preocupa de África cuando pasa algo que lo puede afectar. Ha pasado esto con el Ébola? ¿Cuál ha sido la respuesta sobre el terreno?

Es posible que Occidente haya reaccionado tarde y sobre todo cuando vio que el Ébola podía llegar a Europa. Pero muchas escuelas han podido abrir, gracias al apoyo de algunos países. Se han financiado, por ejemplo, los Termo Flacos, unos termómetros de infrarrojos que permiten medir la temperatura corporal sin contacto físico. También, todas las escuelas del país han recibido jabón, cubos y termómetros y muchos estados han enviado sanitarios.

Guinea cuenta con un alto porcentaje de población pobre. ¿Cómo es el día a día de una familia con pocos recursos?

Nosotros estamos en un barrio de ciudad con características de pueblo. Las familias no sólo acogen en casa a sus hijos, sino que también dan de comer a los sobrinos y primos que vienen de los pueblos para ir a la escuela. Normalmente, un niño o niña se despierta a las seis de la mañana y lo primero que hace es lavar los platos y ollas del día anterior. Después de una ducha, van hacia la escuela. Algunos tienen que hacer cerca de cuatro kilómetros para estudiar. El centro abre las puertas a las ocho menos cuarto y cierra al mediodía. Las clases se reanudan a las tres. Durante las tres horas de pausa, los alumnos vuelven a casa y, normalmente, tienen que ir al pozo del pueblo a buscar agua con bidones de 20 litros. A las tres de la tarde, vuelven al colegio hasta las cinco. Cuando llegan a casa, las familias suelen hacer trabajar a los niños en tareas domésticas, como barrer o preparar la cocina por la noche. Una vez han cenado, estudian y hacen los deberes del día siguiente.

Guinea es un país de mayoría musulmana. ¿Los cristianos tienen algún problema? ¿Crees que podría haber una radicalización? ¿Hay islamismo radical?

En Guinea y en especial aquí en Siguiri los cristianos no tienen problemas con los musulmanes. Al ser minoritarios, son muy prudentes y buscan siempre evitar tensiones. Aquí no hay una radicalización islámica, sino que hay un islam moderado. De todas formas sí que es cierto que puede haber ciertas sectas islámicas minoritarias con tendencia radical. Hay regiones del país donde los cristianos lo tienen muy difícil para construir una iglesia.

¿Qué se necesita en esta vida para ser feliz?

La primera cosa a cuidar para ser feliz, es la de no perder la paz en nuestro corazón, lo que llamaríamos la paz interior. Y cuando las circunstancias de la vida nos hacen perder la paz, la primera cosa a hacer es recuperarla. Y a veces para reencontrarse la estamos obligados a poner orden en nuestra vida personal. Y esto es más fácil de conseguir cuando estás menos ligado a las cosas materiales, ya que cuando estas cosas faltan todo peta. Aquí yo veo que los niños y niñas son mucho más felices que en Europa. Yo creo que para encontrar la verdadera felicidad es necesario que la caridad ordene nuestras vidas.


 

 

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