Palabra y vocación. Octubre 2020

29 septiembre 2020

«Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él (Hch 10,37-38)»

De Jesús se han dado muchas definiciones a lo largo de la Historia. También en el Nuevo Testamento encontramos títulos y expresiones aplicadas a Él. Basta recordar aquel episodio en el que el propio Jesús pregunta a los suyos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Y unos y otros responden hasta que llega la afirmación de Pedro: Tú eres el Cristo.

Pero hay una que siempre me impresiona por su sencillez y potencia a la vez. La proclama Pedro, quien, movido por el Espíritu Santo, ha acudido a casa de Cornelio. Este es un centurión romano, pagano, pero “piadoso y temeroso de Dios”, que quiere escuchar su predicación. Entonces Pedro le anuncia a él y a los de su casa lo sucedido «en toda Judea, comenzando por Galilea», acerca de Jesús de Nazaret, ungido con el Espíritu Santo, quien pasó haciendo el bien. Es un episodio paradigmático, porque termina con el Espíritu derramándose sobre ellos y con Cornelio y los suyos siendo bautizados por Pedro en el nombre de Jesucristo. Significa la universalidad del evangelio, abierto a todas las personas, sin distinción alguna.

Si el cristiano, como bautizado que es, está llamado a ser imagen de Cristo, podríamos decir que está también llamado a ser como Él uno que pasa por el mundo haciendo el bien, curando a los oprimidos y necesitados. Es nuestra vocación, nuestra misión. Estamos iniciando un nuevo curso, en un contexto ciertamente muy particular. No estaría de más preguntarte: ¿Cómo voy a pasar este año por el mundo haciendo el bien? ¡Feliz curso!

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