Palabra y Vocación. Febrero 2020.

24 enero 2020

«Jesús les respondió: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Y mirando en- tonces a los que estaban sentados a su alrededor, añadió: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”» (Mc 3, 33-35)

Hoy traigo a este rincón un texto a primera vista sorprendente. María y la familia de Jesús están fuera, esperándole para llevárselo con ellos. Pero su inesperada respuesta ante esta pretensión deja al lector desconcertado. Mirando a los que es- taban sentados a su alrededor, Jesús califica como su familia a aquellos que cumplen la voluntad de Dios. Establece así un nuevo orden de relaciones, no basado en lazos de sangre, sino en vivir orientados al Padre.

Un día, cuando recibimos el bautismo, también nosotros fuimos incorporados a la familia de Dios. Desde aquel momento, nos convertimos en hijos adoptivos del Padre y, por tanto, hermanos de todos aquellos bautizados y que formamos la Igle- sia. Bien podríamos nosotros decir también mirando a nuestro alrededor que estos son mis hermanos, mi familia.

Hemos iniciado un nuevo año, el 2020. Seguro que estarás poniéndote objetivos y metas que querrás alcanzar en estos doce meses que tenemos por delante. ¿Y en tu vida cristiana? Hoy Jesús te deja una muy clara: cumplir la voluntad de Dios. ¿Qué quiere Él de ti en este año? ¿Qué proyecto tiene sobre tu persona? ¿Cómo vas a colaborar con Él en la construcción de su Reino?

Por desgracia, no te va a mandar un correo electrónico o un mensaje de WhatsApp para decírtelo. Sería muy fácil. Toca discernir, a través de los acontecimientos, de los que te rodean, en tus momentos de oración, escuchando la Palabra de Dios, celebrando la eucaristía… Ojalá, al terminar este nuevo año, podamos decir: hemos sido familia de Jesús habiendo cumplido la voluntad de su Padre.
¡Feliz año 2020!

 

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