Palabra y vocación. Enero 2021

29 diciembre 2020

Miguel A. Álvarez, sdb 

«Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra» (Mt 2, 11)

Sin duda, una de las escenas más entrañables de la Navidad y que forma parte de nuestra tradición cultural es la de esos sabios venidos de Oriente para adorar al recién nacido como rey de los judíos. Esta escena se mezcla con los recuerdos de nuestra infancia, los regalos, las ilusiones… Para Mateo, ellos representan el reconocimiento por parte del mundo no judío, gentil, de la auténtica identidad de ese niño nacido en un pesebre, en las afueras de Belén. En contraposición a los sacerdotes y al rey Herodes -representantes del judaísmo oficial-, que lo rechazan, los tres sabios le rinden homenaje como Dios, como hombre, como rey.

La escena se convierte, pues, en una interpelación acerca de quién es para mí ese niño, qué representa en mi vida. En donde unos ven un rival que puede quitarles el poder -las autoridades judías- otros reconocen a Dios hecho uno de nosotros. Así, el acceso a Jesús no es automático ni directo. Su reconocimiento exige una toma de postura por parte de cada uno de nosotros. Y en función del resultado de tal discernimiento, viene la respuesta del ser humano: los sabios le ofrecen sus mejores regalos; Herodes tratará de eliminarlo. 

Al inicio de este año 2021, te invito a recrear la escena poniéndote en la piel de los sabios Reyes Magos. Imagínate delante de ese niño recién nacido: ¿quién es para ti?, ¿cómo lo confiesas?, ¿qué representa en tu vida? Y después deposita ante él tus regalos: ¿Cuáles serán tus cofres en este 2021? ¿qué contendrán en su interior? ¡Feliz año nuevo!

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