La Familia Salesiana en la Iglesia (II)

24 octubre 2018

La Familia apostólica de DB se llama salesiana por S. Francisco de Sales, que escogió como inspirador y patrono de todo lo que proponía, el humanismo cristiano y la metodología de la caridad. Es un humanismo que, sin ignorar su debilidad, se edifica sobre la confianza en la intrínseca bondad de la persona, al ser objeto del amor de Dios y llamada por Él a la perfección cristiana, en todas las formas de vida. La FASA ofrece así a la Iglesia una aportación original en el ámbito educativo y en el trabajo apostólico.

Humanismo “salesiano” para DB era valorar todo lo positivo radicado en la vida de las personas, en las realidades creadas, en los acontecimientos de la historia. Esto le llevaba a captar los auténticos valo-res presentes en el mundo, especialmente si agradan a los jóvenes; a arraigarse en el flujo de la cultura y del desarrollo humano del propio tiempo, estimulan-do el bien y negándose a lamentarse por los males; a buscar con sabiduría la cooperación de muchos, con-vencido de que cada uno tiene dones que deben des-cubrirse, reconocerse y valorarse; a creer en la fuerza de la educación que sostiene el crecimiento del joven y lo anima a hacerse honrado ciudadano y buen cris-tiano; a confiarse siempre y en todas partes a la Pro-videncia de Dios, descubierto y amado como Padre.

En fidelidad creativa a DB, la FASA está compro-metida en ofrecer a la sociedad su servicio, ilu-minados por el Vaticano II y el magisterio pontificio sobre las relaciones de la Iglesia con las otras religiones y con la sociedad contemporánea, centradas en el diálogo interreligioso,  sobre la defensa de la dignidad de la persona humana y de la familia, sobre la promoción de la justicia y de la paz,  sobre el diálogo intercultural especialmente en situaciones multiétnicas y la tutela de la creación.

La experiencia salesiana nació y se enriqueció con el aporte significativo y eficaz de numero-sas mujeres. Mamá Margarita en la elaboración del Sistema Preventivo y en la realización del clima de familia que se experimentaba en Valdocco. María Dominica Mazzarello, que supo hacer una lectura en femenino de la experiencia de DB, dándole un rostro concreto y original tanto en la vida espiritual como en la educativa y apostólico, patrimonio propio de las HMA.

Las primeras Voluntarias de DB, guiadas por D. Felipe Rinaldi, inauguraron la secularidad consa-grada femenina en la FASA. En el origen de los Grupos de consagradas de la FASA del siglo XX hay un grupito de cristianas humildes y entregadas, con un ideal de vida consagrada y, guiadas por un obispo o un sacerdote salesiano, que dan vida y hacen crecer nuevas fundacio-nes.  Al final del siglo XX, una justa consideración intercontinental de la mujer ha llevado a los Grupos de la FASA, a reflexionar sobre la valoración del ingenio femenino en nuestro mundo, según las orientaciones de Juan Pablo II.

El fenómeno de la globalización ha aumentado la dependencia entre las personas y los pueblos en la esfera económica, cultural, política y religiosa; son indudables las oportunidades pero es real también el peligro de traducirse en formas de dominio que causan nuevas pobrezas y creciente marginación; pero hay otro modo para interpretar la globalización y es la solida-ridad inspirada y guiada por los valores evangé-licos. No es un sentimiento de vaga compasión superficial. Al contrario, es la determinación firme de comprometerse por el bien común: por el bien de todos y de cada uno, porque todos somos verdaderamente responsables de todos.

Los Grupos de la FASA están implicados en ejercer esa solidaridad a través de diversos tipos de intervenciones educativas y apostólicas:

  1. La educación, que es la forma más alta de solidaridad, según los criterios de la asistencia salesiana. Hoy podríamos definirla como «ética del ser prójimo»: intervenciones personaliza-das, relaciones de amistad y de confianza, escu-cha de las esperanzas más profundas de los jóvenes y de los pobres, búsqueda de respues-tas posibles y eficaces, acompañamiento fiel.
  2. El voluntariado civil, social y misionero, hoy puede ser una auténtica vocación, ya que exige disponibilidad de energías y de tiempo; pone en contacto con los problemas concretos de la gen-te, compromete a mantener iniciativas de pro-moción, invita a ejercer la corresponsabilidad, exige educarse en la entrega y el servicio.
  3. El compromiso social y político, por los Gru-pos seculares, según los criterios expresados por el magisterio de la Iglesia. Así vemos, en la Gaudium et spes y en la Christifideles laici, el aprecio de los que se dedican a la cosa pública y asumen el peso de las responsabilidades y la necesidad de no abdicar de la participación en la “política”: en la múltiple acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, para promover institucionalmente el bien común.

Cada Grupo realiza la identidad de la FASA, pero no sin referencia a la de los otros. Por eso, entrar a formar parte de un Grupo supone entrar en toda la Familia; sentirse confiados los unos a los otros en una relación de reciprocidad.

Todos permiten a la FASA vivir la totalidad de sus dones y valores, porque en los diferentes Grupos se ven acentuados aspectos espirituales especiales que son patrimonio común y que no pueden faltar en ningún corazón salesiano. La comunión de la FASA los pone a disposición de todos. Esto revierte en beneficio de la misión, al desarrollar la promoción humana y la educa-ción cristiana de la juventud, de la gente pobre, enfermos y de las poblaciones sin evangelizar.

Sin una comunión real se presenta el peligro de un progresivo empobrecimiento hasta la infidelidad al proyecto de DB. Advertir que sin los otros, los miembros de un determinado Grupo no pueden ser ellos mismos, debería ser una convicción cultivada por todos, inspirando lenguajes coherentes y actitudes concretas.

Desde el sueño de los nueve años DB se refirió a María como Maestra y Madre. DB vivió una verdadera ‘itinerancia mariana’: sin perder la devoción a María como Virgen de los Dolores, pasó sucesivamente a la devoción a la Consolata, a la Inmaculada (1854) y años más tarde (1862) a la Auxiliadora. Dedicó los SDB a la Virgen con el título de Auxilio de los Cristianos. Fundó las HMA, como un «monumento vivo» de su gratitud a Mª Auxiliadora. A Ella confió los SSCC, para que los protegiese y encontrasen en Ella inspiración en la tarea apostólica. Instituyó también a ADMA, vinculada al santuario de Turín, como un signo de reconocimiento por la presencia materna de la Virgen en toda su obra.

Esta referencia mariana marcó profundamente la identidad carismática y espiritual de la FASA en el siglo XX. Si todos los Grupos veneran a Mª Auxiliadora como su Patrona principal, algunos subrayan su presencia con diferentes títulos, para acentuar aspectos especiales de su apostolado. A María se la considera no sólo como Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los Cristianos, sino también como Madre de toda la humanidad, de modo que colaboradores de varios Grupos de la Familia Salesiana, que pertenecen también a otras religiones, nutren hacia Ella una sincera devoción.  Se puede afirmar que la FASA es una Familia mariana.

La pertenencia a la FASA se construye en torno a DB como centro unificador. De hecho, los Fun-dadores surgidos en el siglo XX son hijos espiri-tuales de DB, de su Congregación. Fue preocu-pación suya realizar su amplia misión en nuevos lugares y con nuevas fuerzas apostólicas, en las que han infundido el espíritu de DB. Lo que une en una única Familia es un parentesco espiritual en DB, debido a la presencia del Espíritu, que en la Iglesia une entre sí a los portadores de carismas especiales.

Es un parentesco que encuentra su expresión en la caridad pastoral propia de DB. La pasión apostólica fue la energía espiritual que lo impulsó a buscar almas y servir sólo a Dios; una caridad que llena el corazón, mente y proyectos con el intento de expandir y dar estabilidad a su obra. Para eso convocó a su alrededor a varias personas; coordinó y armonizó sus funciones, sus múltiples dones y los diferentes estados de vida y sus ministerios.

También para nosotros el amor educativo y apostólico requiere una forma concreta y exigente de interioridad. La pertenencia a la Familia apostólica de DB la origina la comunión y se nutre de comunión. Es correspondencia al Espíritu que hace tender hacia la unidad dando cuerpo a expresiones concretas, pero también institucionalizadas, capaces de garantizar una relación eficaz y una colaboración operativa.

La pertenencia a la FASA necesita un centro vital que actualice la referencia a DB, a la misión común y al mismo espíritu. Es el Rector Mayor

  • ¿Qué elemento del humanismo salesiano tenemos que reforzar más hoy?
  • ¿Cómo valoramos el rol femenino en la FASA?
  • ¿Cómo crecer en la reciprocidad carismática de los grupos de la FASA y en su comunión?
  • La FASA es mariana ¿Cómo se traduce en todos y cada uno de los grupos?
  • ¿Cómo afrontar los retos de la globalización como FASA? ¿Es necesaria una interioridad?

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