Espiritualidad de la Familia Salesiana

24 junio 2019

CICFS (art 28-32) ESPIRITUALIDAD DE LA FAMILIA SALESIANA I I

  1. La «contemplación operante» de Don Bosco La mística de DB encuentra su expresión en su lema Da mihi animas, cetera tolle, y se identifica con el «éxtasis de la acción» de San Francisco de Sales. Es la mística de un diario trabajar en sintonía de pensamiento, de sentimiento y de voluntad con Dios; por lo que las necesidades de los hermanos, en especial de los jóvenes, y las preocupaciones apostó-licas invitan a la oración, mientras que la oración constante alimenta el generoso y sacrificado trabajo con Dios por el bien de los hermanos.

Es la mística de la «contemplación operante» descrita así por el beato Don Felipe Rinaldi, profundo conocedor del mundo interior de DB: «Don Bosco ensimismó del modo más perfecto su actividad externa, incansable, absorbente, amplísima, llena de responsabilidades, con una vida interior que tuvo principio del sentído de la presencia de Dios y que, poco a poco, se hizo actual, persistente y viva de modo que llegó a ser perfecta unión con Dios. De ese modo realizó en sí el estado más perfecto, que es la contemplación operante, el éxtasis de la acción, en el que se consumó hasta lo último, con serenidad estática, para la salvación de las almas».

La FASA adopta esta mística, tan intensamente vivida por DB, y dejada por él como preciosa herencia a sus discípulos espirituales.

  1. Caridad apostólica dinámica La caridad apostólica dinámica es el corazón del espíritu de DB, la sustancia de la vida salesiana, además de la fuerza del compro-miso apostólico de los miembros de la FASA.

Caridad es el nombre del mismo Dios (cf. 1Jn 4,16). No indica sólo las energías del corazón humano sino que es participación de la misericordia previa del Padre, del corazón compasivo de Cristo y del indecible amor del Espíritu Santo. Este es el distintivo de los discípulos del Señor: amarse los unos a los otros con el mismo amor con que Dios ama.

Apostólica: es participación del amor infinito del Padre que envía a Jesús para que los hombres tengan vida en abundancia; es comunicación de la premura del Buen Pastor por la salvación de todos; es apertura al flujo de amor con que el Espíritu obra en las conciencias y en la historia de las personas.

Dinámica: expresa vivacidad de movimiento, capaci-dad de innovación, de no contentarse con lo ya hecho, de no plegarse a la costumbre, de evitar toda forma de mediocridad y de acomodo sino, más bien, buscar, con pasión y creatividad, lo que es más nece-sario y eficaz para responder concretamente a las expectativas del universo juvenil y de la clase popular.

Para DB todo esto toma el nombre de corazón oratoriano: es fervor, celo, disponibilidad de todos los recursos, búsqueda de nuevas actuaciones, capacidad de resistir en las pruebas, voluntad de volver a empezar después de los fracasos, optimismo cultivado y expansivo; es esa solicitud, llena de fe y de caridad, que encuentra en María un ejemplo luminoso de entrega de sí.

En los Grupos cuyo servicio salesiano se dirige a la infancia y a la niñez, la caridad apostólica dinámica se hace ternura evangélica; en los Grupos que educan a adolescentes y jóvenes se convierte en acogida, participación y guía hacia las metas de crecimiento; en los Grupos dedicados al cuidado de personas afectadas por diversas formas de pobreza adquiere el tono del amor misericordioso y desprendido; en los Grupos que dirigen su apostolado a los enfermos y a los ancianos se transforma en caridad compasiva; en las Hijas de los Sagrados Corazones se manifiesta co-mo amor victimal, especialmente hacia los leprosos; en los Grupos entregados a un apostolado salesiano entre personas sencillas, perdidas en aldeas lejanas o inmersas en las periferias degradadas de las ciudades, se transforma en humilde amor solidario y rendido.

  1. Gracia de unidad Los términos usados en la experiencia salesiana para señalar la fuente de la caridad apostólica son: gracia de unidad, interioridad apostólica, dimensión contemplativa de la vida, síntesis vital, único movimiento de caridad hacia Dios y hacia los jóvenes, liturgia de la vida.

Evangelizar educando y educar evangelizando es la fórmula ya conocida para expresar la unidad interior de los miembros de la FASA, porque no se refiere sólo a la metodología educativa, sino también a la espiritualidad de cada uno y de los Grupos: cuando uno se deja guiar por el Espíritu, entonces vida y apostolado forman una unidad, como oración y acción, amor a Dios y amor al prójimo, cuidado de sí mismo y entrega a los demás, educación de lo humano y anuncio del evangelio, pertenencia a un Grupo e inserción en la Iglesia. Todo converge en la unidad; y es la síntesis vital propia de la santidad. De aquí deriva una fuerza increíble de acción y de testimonio, por la energía del Espíritu que ha tomado posesión de toda la persona y puede hacer de ella un libre y gozoso instrumento de su acción.

La caridad apostólica constituye el principio interior y dinámico capaz de unificar las diversas actividades y preocupaciones cotidianas. Favorece la fusión en un único movimiento interior de los dos polos inseparables de la caridad apostólica: la pasión por Dios y la pasión por el prójimo.

  1. Predilección por los jóvenes y dedicación a la clase popular Para desarrollar de modo eficaz la misión juvenil y popular, los discípulos de DB cultivan una predilección real por los jóvenes y se prodigan por las clases populares. Están convencidos de que viven la experiencia de Dios precisamente en medio de aquellos a los que han sido enviados: la juventud y la gente común, en especial los pobres.

Los jóvenes son vistos como don de Dios a la FASA; son el campo indicado por el Señor y por María a DB al que debería llevar su acción, son para todos nosotros fundamento de la vocación y de la misión salesiana.

Estar entregados a los jóvenes significa tener el corazón continuamente dirigido hacia ellos, captando sus aspiraciones y deseos, sus problemas y exigencias. Quiere decir también encontrarse con ellos en el punto en que se encuentran en su maduración; pero no sólo para hacerles compañía, sino para llevarlos al punto en la que son llamados; para esto los educadores intuyen las energías de bien que los jóvenes llevan en su interior y los sostienen en la fatiga del crecimiento, tanto humano como cristiano, descubriendo con ellos y para ellos caminos posibles de educación. En el corazón de apasionado de educadores y evangelizadores resuena siempre la llamada de Pablo: «La caridad de Cristo nos apremia continuamente» (cf. 2Cor 5,14).

La clase popular es el ambiente natural y ordinario en el que se encuentra a los jóvenes, sobre todo a los más necesitados de ayuda. El servicio de la Familia de DB se dirige a la gente común, sosteniéndola en el esfuerzo de promoción humana y de crecimiento en la fe, mostrando y promoviendo los valores humanos y evangélicos de los que es portadora, como el sentido de la vida, la esperanza de un futuro mejor, el ejercicio de la solidaridad.

DB trazó, incluyendo a la Asociación de los Salesianos Cooperadores y la Asociación de María Auxiliadora, un camino de educación en la fe para el pueblo, valorando los contenidos de la religiosidad popular.

Se prodigó también en promover la comunicación social, para alcanzar el mayor número posible de personas con función educativa y evangelizadora.

  1. Cariño salesiano El cariño de DB es, sin duda, un rasgo característico de su metodología pedagógica considerado válido también hoy, tanto en los lugares todavía cristianos como en otros en los que viven jóvenes que pertenecen a otras religiones.

Pero no se reduce sólo a un principio pedagógico, sino que debe considerarse como elemento esencial de nuestra espiritualidad.

Es, en efecto, amor auténtico porque nace de Dios; es amor que se manifiesta en los lenguajes de la senci-llez, de la cordialidad y de la fidelidad; es amor que produce deseo de correspondencia; es amor que sus-cita confianza, abriendo el camino a la confianza y a la comunicación profunda (“la educación es cosa del cora-zón”); es amor que se difunde creando un clima de familia, donde estar juntos es bonito y enriquecedor.

Para el educador, es un amor que requiere fuertes energías espirituales: la voluntad de ser y de estar, la renuncia de sí y el sacrificio, la castidad de los afectos y el autocontrol en las actitudes, la escucha partícipe y la espera paciente para dar con los momentos y los modos más oportunos, la capacidad de perdonar y de volver a la amistad, la mansedumbre de quien, alguna vez, sabe también perder pero sigue creyendo con es-peranza ilimitada. No hay amor verdadero sin ascética y no hay ascética sin el encuentro con Dios en la oración.

El cariño es fruto de la caridad pastoral. Decía DB: «Este afecto recíproco nuestro, ¿en qué se funda? […] En el deseo que tengo de salvar vuestras almas, que fueron redimidas con la sangre preciosa de Jesucristo, y vosotros me queréis porque trato de llevaros por el camino de la salvación eterna. Por tanto el bien de nuestras almas es el fundamento de nuestro afecto».

El cariño se convierte así en signo del amor de Dios, e instrumento para despertar su presencia en el cora-zón de aquellos a los ha llegado la bondad de Don Bosco; es un camino para la evangelización.

De aquí la convicción de que la espiritualidad apostólica de la FASA se caracteriza no por un amor genéricamente entendido, sino por la capacidad de amar y de hacerse amar.

  • ¿Cómo entrenarse en la contemplación operante de Don Bosco?
  • ¿Cómo expresarías la caridad apostólica dinámica en el apostolado donde te mueves?
  • ¿Cómo demuestras que te duelen los jóvenes?
  • Describe cómo está presente el cariño salesiano en todo lo que realizas

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