«El ADN salesiano»

24 marzo 2019

Todos sabemos que uno de los objetivos principales del proyecto educativo salesiano es formar “honrados ciudadanos y buenos cristianos”. El mismo Don Bosco afrontó este reto con los jóvenes de los barrios deprimidos de Turín. Como él mismo expresó en la introducción de El joven cristiano, deseaba ofrecerles: “Un plan para la vida que es breve y fácil de realizar, y lo bastante bueno para que podías llegar a ser un consuelo para vuestra familia, honra para la patria, buenos ciudadanos de este mundo, de modo que podáis un día ser felices habitantes del cielo”.

Ese mismo es el propósito de la pastoral de las Plataformas Sociales Salesianas que se recoge en un documento que verá la luz en próximas semanas. Queda expresado de manera firme y contundente en el tercer párrafo del mismo documento, cuando dice: “Para nosotros, evangelizar significa cercanía y compromiso, humanización y propuesta. Es un proceso y, aun cuando no llega a la propuesta cristiana para todos con la misma intensidad, es una primera y auténtica evangelización porque, como

Jesús, se introduce en la realidad para humanizarla y llamar a todos al seguimiento. Así pues, en el PEPS cada comunidad educativa debe proponer a los jóvenes experiencias e itinerarios que despierten en ellos la dimensión de la vida espiritual y les ayuden a descubrir a Jesucristo. Esta propuesta de evangelización debe incluirse plenamente en el proceso educativo con itinerarios pedagógicos, personalizados, progresivos y estrechamente vinculados a la vida diaria.”

El texto es una concreción del cuadro de referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana y se inspira en la Propuesta Educativo Pastoral de las plataformas sociales salesianas. Pero a su vez recoge también la experiencia, rica y diversa, de la Fundación Proyecto Don Bosco, de FISAT y de Salesians Sant Jordi en el campo de la pastoral juvenil salesiana. Ha sido elaborado y reelaborado a partir de dicha experiencia con la participación de muchos educadores, agentes de pastoral. Y esto lo hace aún más valioso. No es un documento teórico que haya de ser puesto en acto. Es una práctica que se ha hecho documento de reflexión y orientación sobre lo que intentamos al decir que educamos a buenos cristianos y honrados ciudadanos.

Pero no es suficiente estar satisfechos de lo que estamos haciendo. Necesitamos seguir pensando sobre por qué hacemos lo que hacemos y con nuestro estilo particular. En ese sentido, es un documento que sigue vivo. Y recordemos que la calidad de la educación salesiana no vendrá de los documentos, ni de las estructuras ni de las instituciones. Viene del corazón. Debe brillar en nuestra experiencia de educadores guiados por el corazón, viviendo en comunidades e instituciones que cuidan de las personas. Es lo que nuestro actual Rector Mayor, don Ángel Fernández Artime, llama el “ADN salesiano” (ACG 420, 2015, pág. 11).

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