Identidad Salesiana

Inspectoría Salesiana María Auxiliadora
El Inspector con su Consejo es el primer responsable de la organización de la formación en la Inspectoría, asegurando el logro de sus objetivos y cuidando la identidad salesiana por medio de un Proyecto Inspectorial de Formación (Cfr. FSDB 246).
 
El Director y la Comunidad local, ambiente natural de la formación, planifican las iniciativas de formación en el proyecto comunitario en sintonía con las orientaciones de la Inspectoría (Cfr. FSDB 219-221; 231-232).
 
Cada hermano asume su formación como responsabilidad propia y fidelidad vocacional y la concreta en su proyecto personal de vida (Cfr. FSDB 215-219).
 
Cada uno de los seglares que comparten con nosotros espíritu y misión tiene el empeño y responsabilidad de su propia formación.
 

Delegado de Formación

Delegado Inspectorial de Formación
Fernando Miranda
Correo Electrónico: formacion@salesianos.edu
El Delegado Inspectorial de Formación realiza las tareas de reflexión, elaboración de proyectos, programación, coordinación, actuación y evaluación establecidas por la Ratio (Cfr. FSDB 247, 549). Actúa como delegado del Inspector en el campo de la formación, y obra en dependencia y de acuerdo con él y con su Consejo.
 
El Delegado Inspectorial de Formación pertenece, de ordinario, al Consejo Inspectorial para hacer presentes habitualmente en el mismo la perspectiva y las preocupaciones formativas; en cualquier caso, sea invitado por el Inspector a participar en aquellos Consejos relacionados con temas de formación.
Equipo Inspectorial de Formación
Coordinada por el Delegado, es un órgano de reflexión, elaboración de proyectos y materiales, programación, coordinación, actuación y evaluación de la formación específica de los salesianos. 

Formación Específica

«Después del tirocinio el salesiano completa la formación inicial» -según las Constituciones– con la formación específica.

La vocación salesiana es siempre específica y las diversas formas de la única vocación laical, presbiteral y diaconal – constituyen una perspectiva permanente de la formación. En este sentido, en ningún momento existe el salesiano genérico, y, por tanto, tampoco existe una formación genérica.
 
Sin embargo, se da un período propio de “formación específica”, ubicado en torno a la profesión perpetua, que completa la formación de base del educador pastor salesiano hecha en el tirocinio. No se lo debe identificar con la cualificación profesional.
 
Para los salesianos llamados al presbiterado o al diaconado, la formación específica sigue el currículo requerido por las orientaciones de la Iglesia.
 
Salesiano coadjutor
Según las Constituciones, «la formación específica ofrece al salesiano coadjutor, junto con el conocimiento más profundo del patrimonio espiritual de la Congregación, una adecuada preparación teológica en la línea de la laicidad consagrada y completa su formación con miras al trabajo educativo apostólico»
Las Constituciones no expresan sólo un deseo, sino que presentan una disposición que corresponde a una responsabilidad vocacional del hermano y de la comunidad y a las orientaciones de la Iglesia.
 
El momento de la formación específica, visto en el contexto de la opción definitiva para la vida salesiana, se ofrece al salesiano coadjutor como oportunidad de:
 
  • Un tiempo de evaluación e integración del camino vocacional y formativo recorrido;
  • Un tiempo de reafirmación de la propia identidad, vivida en la complementariedad con el sacerdote, y a través de sus propias motivaciones;
  • Un tiempo de reflexión, de estudio y de cualificación en el ámbito cristiano teológico pastoral y de la vida consagrada salesiana;
  • Un tiempo de consolidación de una actitud y de una pedagogía de formación permanente.
Salesiano Presbítero
«La formación específica del candidato al ministerio presbiteral sigue las orientaciones y normas dadas por la Iglesia y por la Congregación. Su objetivo es preparar al sacerdote pastor educador desde la perspectiva salesiana».
 
La formación específica del salesiano sacerdote o diácono permanente tiende a la preparación de un salesiano llamado a actuar la misión juvenil a través del ministerio presbiteral o diaconal, a vivirlo en la comunidad salesiana en corresponsabilidad fraterna con el salesiano coadjutor, y a expresarlo en el contexto de la Familia salesiana y en el más vasto horizonte de la Iglesia y del mundo.
 
La identidad del salesiano presbítero viene dada por la fusión de dos elementos que lo caracterizan (la consagración religiosa y la presbiteral) en una experiencia única y original: «por un lado, la consagración presbiteral es asumida, cualificada y vivificada por el espíritu y por la misión propias de la profesión salesiana y, por otro, que asegura, enriquece y hace fecunda la identidad pastoral de su vocación y la de toda su comunidad».
 
Teniendo presente la especificidad salesiana, se pueden destacar los siguientes objetivos de la formación específica del salesiano presbítero:
 
  • Asimilar los sentimientos de Cristo Sacerdote, de quien el salesiano, como Don Bosco, es testigo para los jóvenes necesitados, y vivir el ministerio como experiencia espiritual;
  • Sentir con la Iglesia: asumir la identidad del sacerdote como es presentada por la Iglesia y en la relación con la comunidad cristiana (laicos, otras vocaciones…); colaborar en la realización de la misión según el carisma salesiano; obrar en comunión con el Papa y los Obispos;
  • Crecer en la conciencia de que el ministerio presbiteral es una dimensión específica de su vocación salesiana que lo caracteriza especialmente: por el aspecto juvenil y educativo, por la índole comunitaria, y por el compromiso de ser sacerdote siempre y en todas partes en la diversidad de actividades, obras y roles;
  • Desarrollar una sensibilidad propia del espíritu salesiano por la dimensión catequística, vocacional y mariana en el ejercicio del ministerio sacerdotal;
  • Madurar una actitud de discernimiento espiritual y pastoral frente a personas y eventos, para poder orientar a los individuos y a la comunidad;
  • adquirir una formación teológica y pastoral sólida y actualizada, en sintonía con las orientaciones de la Iglesia y de la Congregación;
  • Hacer experiencia del ministerio propio del lectorado y del acolitado, del diaconado y del presbiterado, en el contexto de la comunidad local e inspectorial;
  • Educarse a una pedagogía de vida que prepare a vivir en actitud de formación permanente.