“El triunfo de la libertad de enseñanza no se produce en los juzgados, sino en la calle”

19 julio 2017

¿Qué significa educar desde un carisma como el claretiano o salesiano en la España de 2017?

En realidad entiendo que el fondo no varía, que ha sido siempre el mismo, aunque la respuesta se vaya convenientemente adaptando al escenario y las necesidades del momento. Se trata de un ofrecimiento de un proyecto, una propuesta de hombre, de ofertar una determinada educación integral, para que aquellos que la compartan o la quieran conocer puedan escogerla libremente para la educación de sus hijos. Se trata, una vez más, del “educar evangelizando y evangelizar educando”.

Arrancó su ponencia en el congreso de educadores claretianos señalando que la libertad de enseñanza hoy, es una libertad amenazada. ¿Tanto como para estar en peligro de extinción?

Prefiero motivar la defensa de la libertad de enseñanza desde lo positivo y sus bondades, más que desde el alarmismo y la visión apocalíptica. Pero lo cierto es que hoy se está cuestionando gravemente, y ya hay quien defiende abiertamente (incluso varios grupos políticos en sus programas electorales) una escuela pública única, como modelo excluyente, y eso es totalmente incompatible con la libertad de enseñanza. Luego si no reaccionamos es probable que en un futuro, no demasiado lejano, ya no quede margen de retroceso para que los ciudadanos se den cuenta de lo que supone perder la libertad de enseñanza en cuanto a menoscabo en libertad, en pluralismo, en pérdida de capacidad crítica y en perjuicio para la democracia.

Este II Congreso se afronta en un momento nada sencillo para la escuela concertada, en el que no son pocos los gobiernos regionales que están asfixiando a las congregaciones a golpe de retirada de conciertos. ¿Está indefensa la escuela católica?

No. De hecho está obteniendo sentencias favorables en tribunales superiores de justicia y en el Tribunal Supremo. Pero la jurisprudencia solo nos permite ganar tiempo. El verdadero triunfo de la libertad de enseñanza no se produce en los juzgados, sino en la calle. Hemos de convencer a los ciudadanos de que la Administración pública, sea cual sea, no debe sustraerles su posibilidad de elegir. Los padres son los primeros y últimos responsables de la educación de sus hijos y deben ser ellos, y no la Administración, quien elija el modelo educativo en que sus hijos deben ser educados. Para abundar en esto, hemos presentado la iniciativa “enLibertad”, que pretende tres objetivos: funcionar como un observatorio, analizando la política educativa y la situación real de la libertad de enseñanza en la misma; fomentar un debate social permanente, sosegado y con fundamento; y generar doctrina, con informes, estudios y publicaciones.

¿Cree que se están movilizando las escuelas católicas para defender sus derechos o falta un mayor activismo de profesores y padres?

Nos falta mucho en ese terreno. Normalmente las movilizaciones coinciden con momentos de pérdidas de unidades concertadas y a veces esa reacción llega demasiado tarde. Hay que concienciar a la ciudadanía y generar corriente social para que ningún gobernante o político se atreva a reducir un concierto si tiene demanda social, si es pedido por los ciudadanos, por los padres.
 
 

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