VIVIR A FONDO | CICLO C – II DOMINGO DE CUARESMA

7 marzo 2022

Lc 9, 28b-36

En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Lucas en este fragmento nos muestra la Transfiguración de Jesús mientras oraba: cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. Jesús está con Moisés y Elías, los representantes de la Ley y los Profetas, también está con sus discípulos.

Los dos primeros han experimentado en su vida el número simbólico (40): cuarenta días en el Sinái, Moisés; cuarenta días de viaje hacia Horep, Elías. Estamos al principio de la Cuaresma, los cuarenta días que nos separan de la celebración de la Pascua de Jesús.

Podemos hacer como los discípulos, maravillarnos i después querer quedarnos allí, sólo contemplando, sin entender nada. O podemos escuchar la voz que dice: “Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle”. Escuchar a Jesús significa seguir el camino que Él hizo. En conexión con lo que han hecho otros (Moisés- Elías), en compañía de los que forman su comunidad (los discípulos), observando las necesidades de los que le rodean, i rezando a Dios tener fuerzas para asumir aquello que Dios quiere de ellos.

¿En estos cuarenta días de cuaresma, qué aspectos de mi camino quiero revisar?

 ¿Hago el camino en comunidad o voy por libre?

Voy descubriendo y entendiendo aquello que me pide Dios, o me pasa como a los discípulos: Hablaban sin saber qué decían.

Señor,

en el momento de tu Transfiguración,

Pedro, Santiago i Juan vivieron

una experiencia que nunca podrían olvidar.

Fue como una degustación de lo que les prometías.

Pero, no quisiste que se instalasen

y se perdiesen en sueños de futuro,

que les impedirían vivir el presente

y comprometerse en la difícil misión

de hacer realidad la Buena Nueva.

La acción de lo que han hecho otros en el pasado

junto con lo que hacemos comunitariamente en el presente

me han de impulsar hacia el futuro

con ilusión y realismo, a la vez,

porque se la vida, la felicidad y el amor,

que me propones, me llenarán plenamente

Que esta certeza me haga decidir

a seguirte con más confianza,

y me motive a comprometerme

en el servicio a los demás.

Señor, en un mundo de prisas y ruido, es necesario que me pare y busque el silencio, para poder sentir tu presencia y escuchar tu Palabra. Cómo los apóstoles en el Tabor, querría contemplar la riqueza de vida que me ofreces.

Señor, hazme descubrir:  la elocuencia del silencio,  la riqueza de la oración, la alegría de sentirte cerca, el gozo de la esperanza. Sólo así llegar a comprender mis posibilidades infinitas de Vida y de Amor.