VIVIR A FONDO | CICLO A – NATIVIDAD DEL SEÑOR

19 diciembre 2022

Jn 1,1-18

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

La Paraula de Déu d’avui ens presenta a Jesús com la Paraula vivent de Déu, que ens comunica la seva llum i la seva salvació. Estem encara en el temps de Nadal. Hem celebrat el naixement del Fill i la festa de la Mare. D’aquí a poc temps celebrarem la festa de l’Epifania, la manifestació del salvador de les nacions. Però les lectures d’avui ens ajuden a entendre amb més profunditat el que el Fill de Déu hagi pres la nostra naturalesa humana. No sols el veiem com el nen recent nascut, sinó com el Messies, el Mestre i el Profeta que ens ensenya la veritat de Déu.

El text de l’evangeli ens presenta a Jesús com a Paraula de Déu, com a Saviesa feta carn. El nostre Déu no és un Déu mut: és un Déu que ens parla, que ens dirigeix la seva Paraula personalment.

“Al principi existia el qui és la Paraula. La Paraula estava amb Déu i la Paraula era Déu”. I aquesta Paraula, feta persona, és la que ha vingut al món i ha posat la seva “tenda” entre nosaltres. Allò que era profecia en l’antiguitat ara s’ha fet realitat.

No és això el que celebrem al Nadal i omple d’alegria i dóna sentit a la nostra existència? Déu no és un Déu llunyà: ens ha dirigit la paraula y aquesta Paraula es Crist Jesús.

Tots necessitem la llum d’aquesta Paraula. Tots necessitem per tal descobrir el sentit de la nostra vida, la saviesa per veure les coses des de els ulls de Déu.

Aviat acabarem les festes de Nadal. Però queda, per a tot l’any, l’encontre dominical amb Crist, la Paraula que ens acompanya un cop i un altre a l’encontre amb Déu Pare.

Padre, tú que, con tu luz, llenas de claridad nuestra vida, dando color a todo lo que existe; tú que nos has dado a tu Hijo como la luz que apaga la oscuridad de nuestras dudas y de nuestros miedos, haz que seamos siempre lámparas encendidas que brillen para nuestros hermanos y los ayuden a descubrir la claridad de tu mirada llena de amor.

Un niño pequeño quería conocer a Dios. Sabía que había un largo viaje hasta donde Dios vive, motivo por el cual llenó su maleta con pastelitos y varios refrescos, y salió comenzando así su jornada.

Haciendo recorrido tres manzanas se encontró con una viejecita. Estaba sentada en el parque, contemplando las palomas. El niño se sentó a su lado y abrió la maleta.

Estaba a punto de beber su refresco, cuando notó que la anciana parecía famélica, así que le ofreció un pastelito.

Ella accedió agradecida sonriendo al niño. Tenía una sonrisa muy dulce, tanto que el niño quiso volverla a ver, así que le ofreció uno de sus refrescos. Otra vez le sonrió. ¡El niño estaba encantado! Se quedó toda la tarde comiendo y sonriendo, pero ninguno de los dos pronunció palabra.

Mientras anochecía, el niño se dio cuenta que estaba muy cansado, se levantó para irse, pero antes de alejarse, se giró y fue corriendo hacia la anciana dándole un fuerte abrazo.

Ella después de abrazarle, le mostró la sonrisa más bonita que jamás había visto.

Cuando el niño llegó a su casa la madre se sorprendió al ver una cara tan feliz. Entonces le preguntó: “¿hijo, porque vienes tan contento?”

El niño contestó: “Hoy he desayunado con Dios”… y antes que la madre pudiera decir nada, añadió: “¿Y sabes qué? Tiene la sonrisa más bonita que he visto nunca.”

Entretanto la anciana, también radiante de felicidad, volvió a su casa. Su hijo sorprendido por la expresión de felicidad de su madre, le preguntó: “¿Qué has hecho hoy que vienes tan contenta?” La anciana contestó: “¡Hoy he comido pastelitos con Dios en el parque!”… Y antes que su hijo pudiera decir algo, añadió: “¿Y sabes qué? Es más joven de lo que me pensaba”