Conociendo a Gema Mascaraque

24 enero 2020

Por JORGE JUAN REYES MACÍAS

Gema nació en Madrid, el 27 de agosto de 1976. Es ingeniero en informática. Le gusta mucho leer, escuchar música y todo lo que tiene que ver con la electrónica y los ordenadores.Es la pequeña de 5 hermanos.

Sus hermanos le cuentan muchas anécdotas de cuando era pequeña. Una de las favoritas es de una vez en la que estaban en la Iglesia,  después de que todo el mundo dijese a coro «ruega por nosotros» se oyó una voz de niña, era ella claro, que decía con bastante apremio «y por mí también», provocando las risas de toda la iglesia.

Es religiosa Esclava del Sagrado Corazón desde hace 9 años. Se siente feliz y cree que esta opción de vida merece la pena. 

 

VyS: ¿Quiénes son las religiosas esclavas?

G: Somos una congregación de espiritualidad ignaciana, fundada por Santa Rafaela María a finales del siglo XIX. Nos dedicamos especialmente a la educación con la idea de acompañar a las personas en su proceso de crecimiento humano y cristiano.

VyS: ¿Cómo descubriste que Dios te llamaba a ser religiosa? ¿Con qué dificultades te encontrastes? ¿Cómo las superastes?

G: No sabría decir muy bien cómo ni por qué, pero de repente todo lo que tenía que ver con Dios y con lo religioso cobró mucha importancia. En esa época, tenía alrededor de 18 años, era monitora de los grupos de fe de mi antiguo colegio (de la que ahora es mi congregación) y me apuntaba a todo lo que me proponían -retiros, oraciones, convivencias…- porque, aunque muchas veces iba yo sola, realmente era donde me sentía a gusto y donde encontraba más fácilmente mi lugar. Sin embargo, en aquella época lo de la vocación religiosa me pareció demasiado extraño y no me atreví a afrontarlo. Fui retrasando el discernirlo seriamente, prometiéndome a mí misma hacerlo en otro momento -cuando terminase la carrera, cuando hubiese probado la vida laboral…-, pero el tiempo iba pasando y la vida me fue alejando de todo lo religioso. Por una casualidad, un año me acabé yendo a un campo de trabajo. Para entonces yo ya estaba metida de lleno en la vida profesional e incluso tenía mi propia casa, y como suelen decir, la vida «hecha». La cuestión es que en aquel campo de trabajo me volví a encontrar con Dios y volví a tener las sensaciones que tenía cuando pertenecía a los grupos de mi colegio. Ahí creo que comencé a sentir que, a pesar de todo lo que había conseguido en la vida, seguía habiendo un hueco grande. Entonces comencé una experiencia de acompañamiento que consiste en contrastar con otra persona el fruto de tu oración, de manera que te pueda ayudar a entender lo que Dios te va pidiendo en cada momento. Con este acompañamiento por primera vez pude hablar con alguien de mi intuición sobre la vocación religiosa. 

¿Dificultades? En medio de ese proceso que duró año y medio muchas veces sentí que lo que Dios me pedía era dar un salto al vacío y que nunca iba a ser capaz de hacerlo. Optar por la vida religiosa suponía dejar un trabajo estable, mi casa, alejarme de mi familia, mis amigos… todo lo que entonces me parecía fundamental.¿Cómo las superé? Creo que hubo un momento en que tuve claro que no podía seguir viviendo sin al menos probar la vida religiosa. Creo que el miedo al vacío que sentiría habiéndole dicho no a Dios era mayor que el miedo a lo desconocido, y al final me decidí y curiosamente no me costó tanto dejar atrás todo lo que había pensado que era imprescindible, supongo que porque no quitaba los ojos del proyecto que tenía por delante. En cuanto a mi familia, poco a poco fueron aceptando que tenía derecho a tomar mis propias decisiones y tengo que decir que al verme ahora feliz con mi vida están también contentos por mí. 

VyS ¿Qué ha aportado a tu vida esto de ser monja?

G: Creo que lo que más ha hecho ha sido “descolocarme”, me explico: por un lado la vida religiosa exige vivir centrado en Jesucristo y eso provoca necesariamente una salida de uno mismo. El cumplimiento de los votos hace que a veces tenga que dar cuentas o admitir decisiones que quizás no serían las mías y, aunque esto pueda parecer algo malo, en realidad ayuda a ser mucho más consciente de lo que haces y porqué lo haces y, además hacer cosas que no te habrías planteado abre nuevos horizontes. Nuestra vida es en misión, siempre con otros y para otros y eso también te obliga a olvidarte de ti mismo.

VyS: ¿qué crees que puede aportar la vida religiosa al mundo de hoy?

G: Creo que puede ayudar a los católicos a contrastar el estilo de vida que la sociedad exige. El estilo de vida religiosa es contracultural. Donde la sociedad invita a cierto egoísmo, la vida religiosa habla de entrega a los demás; donde el capitalismo exige gasto casi descontrolado y muchas veces injustificado, la vida religiosa habla de pobreza, donde el mundo clama por una libertad mal entendida -en cuanto a que se olvida del respeto a los demás e incluso por uno mismo- la vida religiosa apuesta por la obediencia. En definitiva, los religiosos no somos más que seguidores de Jesús que deseamos ser, con nuestra vida, testimonio de su mensaje. 

VyS: ¿Cómo ves a los jóvenes? ¿Qué descubres de bueno de ellos?

G: Yo creo que hoy en día , tanto jóvenes como mayores, estamos tan bombardeos por estímulos externos de todo tipo, que es difícil encontrar el espacio necesario para conectar con Dios. Sin embargo creo que en los jóvenes de ahora se está viviendo una ola de conciencia solidaria que es estupenda para la vivencia de los valores evangélicos. Ese puede ser el primer paso que propicie el encuentro con Dios a través del encuentro con los otros.

 

VyS: Muchos jóvenes escuchan la llamada de Dios en su corazón pero tienen miedo a responder. ¿Qué le dirías a un joven que siente que Dios lo llama a ser religioso o religiosa, o sacerdote?

G: Que tener miedo es normal, todos lo sentimos en algún momento. Sentir que tienes vocación a la vida religiosa o sacerdotal es ya una señal de que tu relación con Dios es profunda, no todo el mundo tiene la valentía de escuchar a Dios de esa manera y si ya has llegado hasta ahí ¿por qué no continuar? Como cuando se tiene cualquier otra vocación (médico, maestro, músico…) no hacer todo lo posible para conseguir tus objetivos significa, de alguna manera, vivir tu vida a medias y probablemente quedarte insatisfecho. ¿Por qué no probar y en lugar de quedarte con la duda? Realmente merece la pena.

Muchas gracias 

 

También te puede interesar…