Los Salesianos se unen a la llamada e invitación del Papa Francisco a un Pacto Educativo Global

27 septiembre 2020

Por ANS.

Como Salesianos, nos unimos a la llamada e invitación del Papa Francisco a un Pacto Educativo Global: como misión, como elección, como futuro. Decir «Salesianos» es decir Educación y Evangelización de los jóvenes.  Tal como lo hizo Don Bosco en su tiempo, hoy nosotros nos renovamos en las formas, en los procesos, en las metodologías para hacerlos vivir la oportunidad de una nueva humanidad. Lo mejor que podemos ofrecer a las nuevas generaciones es la educación, pensando en el futuro de la humanidad, con y para los jóvenes.

Cuando pensamos en la acción educativo – pastoral salesiana, en el centro de la misma  está el joven, su formación integral, sus necesidades, con sus esperanzas y angustias, con sus alegrías y dificultades, con su dinámica y vitalidad capaz de procesos educativos alternativos a los de la cultura del rechazo y del conformismo, ayudándole a mirar hacia adelante, reavivando nuestro compromiso «para y con las nuevas generaciones», invirtiendo nuestras «mejores energías» con «creatividad y responsabilidad», para «formar personas dispuestas a ponerse al servicio de la comunidad», como decimos, formando y educando: «ciudadanos honrados y buenos cristianos».

Educar, para nosotros, es revivir, inspirar, animar: ¡hacer soñar! Hacer soñar el sueño de Dios. Por esta razón, la educación va de la mano con la evangelización. Una educación que propone un horizonte de sentido y una evangelización que se convierte en anuncio y encuentro con Jesús, con la Iglesia, con el Evangelio, con la vida en Dios.

Como actitud, todo esto presupone la capacidad de estar presente entre los jóvenes como «compañeros de viaje» en una «escucha paciente, un diálogo constructivo y una comprensión mutua» que conduce a una «alianza educativa», haciendo de cada joven un protagonista de la transformación del mundo. Los jóvenes nos piden que estemos con ellos, que habitemos su realidad, su cultura, sus lugares. Es una invitación a «habitar» la complejidad de la vida del joven y a «humanizarla», en un camino de vida y de fe que lleva a educar las preguntas y «prioritariamente a dar respuestas», generando «un pensamiento nuevo, capaz de mantener juntas la unidad y la diversidad, la igualdad y la libertad, la identidad y la alteridad», escuchando, acompañando y discerniendo «el grito que surge de las profundidades del corazón de nuestros jóvenes». Una presencia en la que la disponibilidad, la escucha, la alegría y la dedicación son notas esenciales para suscitar los procesos, acogiéndolos y familiarizándolos con su historia; pasando del hacer sólo algo «para ellos», a vivir en comunión «con ellos».

La imagen del Papa Francisco de una educación que conecta «la cabeza, el corazón y las manos» (ChV, 222), es realmente hermosa. La vemos muy presente en la dimensión y en la fuerza educativa de la formación profesional: primera opción de la educación integral salesiana, aplicada como antídoto a las discriminaciones culturales y sociales, que brinda una oportunidad, sobre todo a los más pobres, para poder responder con competencia y capacidad técnica, humana y laboral. La excelencia de las propuestas de formación en el ámbito profesional es un pilar de la construcción de puentes con el mundo del trabajo y, por lo tanto, una oportunidad de crecer y ser una persona que pueda tener más futuro, ofreciendo a los jóvenes una garantía adicional de integración, socialización, comunión con la realidad del futuro, en una perspectiva que actualiza las habilidades en el “aprendizaje a lo largo de la vida” («life long learning»).

Educar para crecer en la «aldea educativa» es para nosotros la llamada «comunidad educativo – pastoral», donde la relación educativa es sinónimo de apertura, de acogida, de construcción conjunta de la realidad futura del joven. Juntos, los jóvenes y los educadores (personas consagradas, laicos y familias), llevan adelante el sueño de un futuro siempre nuevo. 

Para nosotros, la educación tiene también una dimensión de «ciudadanía global», “llamada a crear una ‘ciudadanía ecológica’», que nos hace hoy miembros de la «casa común» de la qué cuidar, y por tanto, una educación en una ecología integral, con una mirada de fe a la creación y al lugar del hombre en ella, para convertirnos en protagonistas directos y constructores del bien común y de la paz, respetando y construyendo juntos, en comunicación con toda la creación, la grandeza y la belleza de las criaturas de Dios, corresponsables en la construcción del sentido humano de la ecología, elementos indispensables para el Pacto Global de Educación.

En esta perspectiva también nosotros, escuchando la invitación del Papa Francisco, queremos dejarnos interpelar por los objetivos y métodos con los que llevamos a cabo nuestra misión educativo – pastoral, renovando nuestra pasión por una educación más abierta e inclusiva, haciendo que los jóvenes sueñen con un futuro de felicidad, aquí y en la eternidad. Por eso también estamos aquí, para colaborar en un «pacto educativo global», junto con la Iglesia y las personas de buena voluntad, con esas dinámicas que «dan sentido a la historia y la transforman de forma positiva» para el bien de los jóvenes de hoy y de mañana.

Tarcízio Morais, sdb

Oficina Ecuela y Formación Profissional – Dicasterio Pastoral Juvenil

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