Por Sor Reyes Ruiz Mateos Letrán | FMA
Queridos hermanos y hermanas de ADMA, este año lo estrenamos con un regalo que nos hace nuestra Iglesia con el año jubilar para animarnos a vivir con los pies en la tierra y los ojos en el cielo y escuchando a Jesús que nos dice: id y haced discípulos a todos los pueblos.
Con el lema “PEREGRINOS DE ESPERANZA” el Papa Francisco inaugura el año jubilar. El nos recuerda:
Junto a la fe y la caridad, la esperanza es una de las virtudes teologales.
El Catecismo de la Iglesia católica la define así:
La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas.
Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Rm 5)
La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra… “a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hb 6, 19-20 (CIC nº1820) os animo a leer el contenido completo. Nos aportará un buen contenido teológico para vivirla.
El mismo S. Pablo en sus cartas también nos anima y estimula para llevarla a la práctica, he aquí algunas de sus palabras: Alegres en la esperanza Rm 12,12
Porque en esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve no es esperanza, porque lo que uno ve ¿Cómo puede esperarlo? si esperamos lo que no vemos, debemos esperarlo con paciencia (Rm 8, 24-25)
El Aguinaldo para 2025 que nos ofrece don Stefano Martoglio, Vicario del Rector Mayor. El tema elegido es muy sugerente y oportuno para el tiempo que estamos viviendo:
Anclados en la esperanza, peregrinos con los jóvenes
En sintonía con el Jubileo Ordinario del año 2025, que el Santo Padre Francisco proclamó con la Bula Spes non confundit (Rm 5,5), estamos invitadas a mantener encendida la antorcha de la esperanza, también gracias a dos grandes acontecimientos que nos preparamos para celebrar: el 150 aniversario de la primera expedición misionera de los Salesianos, enviados a Argentina por Don Bosco, y la perspectiva de la canonización de la beata Sor María Troncatti, gran misionera y mujer totalmente entregada a Dios.
El vínculo etimológico entre spes y spatium indica la extensión espacio-temporal hacia una meta, es decir, hacia un horizonte de dirección y de sentido. Es la «carrera» hacia la meta de la que habla san Pablo en el capítulo tercero de la Carta a los cristianos de Filipos: no hay esperanza sino en el impulso de los pasos en el camino, de los pasos solícitos hacia el más allá, esforzándose por realizar o alcanzar algo. Pasos como los de María que, levantándose, va a toda prisa hacia los montes de Judea, hacia su prima Isabel, como ella embarazada de un niño, como ella embarazada de un futuro y, por tanto, de esperanza.
La esperanza nos hace soñar con una nueva humanidad y nos hace valientes, nos ayuda a saber esperar con confianza y serena laboriosidad los tiempos de Dios.
La esperanza engendra paciencia. La paciencia, que viene del Espíritu Santo, mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida. La paciencia no consiste sólo en soportar, sino en saber sufrir bien, saber ofrecer, saber llevar el peso de uno mismo, de los demás, del mundo.
También para Don Bosco, como para Madre Mazzarello, educar es el arte de esperar, de no rendirse ante las dificultades, ante los posibles fracasos; Es respetar el camino de cada joven, seguir cultivando grandes ideales evangélicos.
¡Seamos peregrinos de esperanza con los jóvenes! Una esperanza que nace de la fe y de la confianza en Dios, de sabernos amados y acompañados constantemente por Él. Peregrinos de esperanza, en todas las partes del mundo, peregrinaremos con los jóvenes, en un camino que nos llevará a un encuentro personal y vivo con Jesús, que es la «puerta» de la salvación (cf. Jn 10, 7.9). (C.1044 Sor Chiara Cazzuela M. General)
Pidamos a María, a quien sentimos presente en nuestra vida, que nos haga personas de esperanza y abiertas a la humildad gozosa del “Magníficat”, para ser como Ella reflejo de su amor para los jóvenes y todas las personas con las que nos relacionamos.

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