ESTUDIO DE LA PALABRA| CICLO C – SAGRADA FAMILIA

20 diciembre 2021

Propuesta de Lectio Divina personal (o en grupo)

SAGRADA FAMILIA Ciclo C (Lc 2, 41-52)

 

 

ORACIÓN

Creemos que estás en medio de nosotros, Padre, y en nuestro interior;

creemos que el Espíritu de tu Hijo nos impulsa.

Te pedimos que no dejamos de estar abiertos al Espíritu,

y que sepamos escuchar sus insinuaciones.

Que venga sobre nosotros tu Espíritu

que nos ayude a conocer más a tu Hijo

a través de la Palabra que ahora escucharemos.

(B) PASOS PARA LA MEDITACIÓN

  1. LEE…

¿Qué dice el texto?

Atiende a todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas. Para la comprensión del texto te pueden servir los comentarios que te ofrecemos a continuación.

Texto (Lc 2, 41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: —«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabías que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Comentarios:

La ley de Israel pedía que los muchachos judíos que hubieran llegado a la edad de la pubertad fueran a Jerusalén tres veces al año (Ex 23,14-17). Jesús tiene ya doce años, y aunque los rabinos no consideraban obligatoria esta ley hasta los trece, muchos padres llevaban a sus hijos antes de esa edad. En este relato, y antes de que se inicie la predicación del precursor, Jesús pronuncia sus primeras palabras en el momento en que entra en su juventud, y lo hace durante la pascua y en el templo. Estas palabras, como las del final del evangelio (Lc 24,49), hablan del Padre y del misterio de la filiación que sobrepasa toda inteligencia humana. Lo mismo que ocurre aquí, en su juventud, ocurrirá en su madurez al final de su misión (Lc 19,45-48). Allí también Jesús predica en el templo, ante la admiración del pueblo, pero en un contexto que nos anuncia ya el comienzo de su pasión.

La clave de este episodio se encuentra en las palabras de Jesús. El significado de su respuesta a la pregunta de María es que Dios es su Padre (en contraste con su padre legal). De ahí se deduce que las exigencias de este Padre pasan por encima de cualquier exigencia. Su misión le va a obligar a romper los lazos con su familia (Mc 3,31-35). Pero no nos apresuremos a ver en esta afirmación de Jesús todo lo que la teología posterior va a afirmar sobre la filiación de Jesús. Todo lo que está implicado en este título de Hijo de Dios lo vamos a ver manifestado paulatinamente en la vida pública de Jesús y, sobre todo, en su muerte (Mc 15,39; Rom 5,10; Gal 2,20) y su resurrección (Rom 1,3-4).

Sin embargo esta filiación divina no suprime los condicionantes de la humanidad de Jesús (Lc 2, 52). Como todos los niños y adolescentes de su tiempo irá adquiriendo poco a poco su madurez física y espiritual. Su madre guardaba todos estos recuerdos en su corazón esperando que el futuro desvelara su significado pleno (Lc 2,51). Esta fe reflexiva de María nos invita a los creyentes a volver nuestra mirada a estos acontecimientos para descubrir en ellos la luz que ilumine el camino de nuestra vida al servicio del evangelio de Jesús.

  1. MEDITA…

¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Sugerencias:

“El Hijo en la familia de Nazaret es proyecto y realidad de Dios, también en cada familia cristiana los hijos son proyecto, misterio y realidad de Dios”

“Somos hijos de este gran misterio de Vida que es Dios con nosotros y entre nosotros.

                 –       “Padre nuestro”

                 –       “Mi Dios y mi todo”

  1. CONTEMPLA Y REZA…

¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Sugerencias:

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte.

  1. ACTÚA…

¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

  1. COMPARTE…

Si la Lectio se hace en grupo, podéis compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.

  1. DA GRACIAS…

Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.

Gracias, Padre, por lo que me has revelado con esta Palabra.

Ayúdame a progresar en el conocimiento de tu Hijo, Jesús,

y hazme dócil a la acción del Espíritu en mi vida.

 

Fuente Oración: Evangelio al dia 2021 Ed. CCS

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