Espiritualidad de la Familia Salesiana (III)

24 marzo 2019

ESPIRITUALIDAD DE LA FAMILIA SALESIANA y III

7. CICFS (art 33-37)         

11. Optimismo y alegría en la esperanza En Jesús de Nazaret Dios se ha revelado como el «Dios de la alegría» y el Evangelio es una “alegre noticia” que empieza con las “Bienaventuranzas”, participación de los hombres en la felicidad misma de Dios. Se trata de un don no superficial sino profundo porque la alegría, más que sentimiento efímero, es una energía interior que soporta también las dificultades de la vida. Recuerda san Pablo: «Estoy lleno de consuelo, invadido de alegría en cada tribulación nuestra» (2Cor 7,4). En este sentido la alegría que sentimos acá abajo es un don pascual, anticipo de la alegría plena de la que gozaremos en la eternidad.

DB descubrió el deseo de felicidad en los jóvenes y declinó su alegría de vivir en los lenguajes de la alegría, del patio y de la fiesta; pero nunca dejó de señalar a Dios como fuente de la verdadera alegría. Algunos escritos suyos, como El Joven Instruido, la biografía de Domingo Savio, el apólogo incluido en la historia de Valentino, son la demostración de la correspondencia que él establecía entre gracia y felicidad. Y su insistencia sobre el “premio del paraíso” proyectaba las alegrías de aquí abajo en la perspectiva del cumplimiento y de la plenitud.

En la escuela de DB, quien pertenece a la FASA cultiva en sí algunas actitudes que favorecen la alegría y la comunican a los demás.

  1. La confianza en la victoria del bien: «En todo joven, también en el más desgraciado – escribe DB –, hay un punto accesible al bien; es deber primordial del educador buscar ese punto, esa fibra sensible del corazón, y sacarle provecho».
  2. El aprecio de los valores humanos: El discípulo de DB capta los valores del mundo y rehúsa lamentarse de su tiempo: retiene todo lo que es bueno, especialmente si agrada a los jóvenes y a la gente.
  3. La educación en las alegrías cotidianas: se requiere un paciente esfuerzo de educación para aprender, o aprender nuevamente, a gustar, con sencillez, las múltiples alegrías humanas que el Creador pone cada día en nuestro camino.

Porque se confía totalmente al «Dios de la alegría» y testimonia en obras y en palabras el «Evangelio de la alegría», el discípulo de DB está siempre alegre. Difunde esa alegría y saben educar en la alegría de la vida cristiana y en el sentido de la fiesta, recordando la llamada de san Pablo: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres» (Fil 4,4).

12. Trabajo y templanza El ejercicio de la caridad apostólica incluye la exigencia de conversión y de purificación, es decir, la muerte del hombre viejo para que nazca, viva y crezca el hombre nuevo que, a imagen de Jesús, Apóstol del Padre, está dispuesto a sacrificarse cotidianamente en el trabajo apostólico. Darse es vaciarse y vaciarse es dejarse colmar por Dios, para regalarlo a los demás. Desapego, renuncia, sacrificio son elementos irrenunciables, no por gusto de ascetismo, sino simplemente por la lógica del amor. No hay apostolado sin ascética y no hay ascética sin mística. Quien se pone a sí mismo totalmente al servicio de la misión no necesita penitencias extraordinarias; bastan, si se acogen con fe y se ofrecen con amor, las dificultades de la vida y las fatigas del trabajo apostólico.

La ascesis recomendada por DB tiene diferentes aspectos:

  • ascesis de humildad para no sentirse más que siervos ante Dios;
  • ascesis de mortificación, para hacerse dueños de sí, custodiando los sentidos y el corazón y vigilando para que la búsqueda de lo cómodo no agoste la generosidad;
  • ascesis de la valentía y de la paciencia para poder perseverar en la acción cuando se choca con la dura realidad;
  • ascesis del abandono cuando los acontecimientos nos llevan más cerca de la cruz de Jesús.

13. Iniciativa y ductilidad El deseo de hacer el bien a buscar los caminos más adecuados para realizarlo. Están en juego: la lectura correcta de las necesidades y de las posibilidades concretas, el discernimiento espiritual a la luz de la Palabra de Dios, la valentía para tomar iniciativas, la creatividad para dar con soluciones inéditas, la adaptación a las circunstancias mudables, la capacidad de colaboración, la voluntad de verificación.

Don Felipe Rinaldi recuerda a los Salesianos – y su afirmación vale para todos los Grupos de la FASA –: «Esta elasticidad de adaptación a todas las formas de bien que van surgiendo continuamente en el seno de la humanidad es el espíritu propio de nuestras Constituciones; y el día en que se introdujese una variación contraria a este espíritu, para nuestra Sociedad habría llegado el final».

DB recomienda el espíritu de iniciativa: «En las cosas que son de ventaja para la juventud en peligro o sirven para ganar almas a Dios yo corro hacia adelante hasta la temeridad». «Se ceda siempre mucho donde se puede; pleguémonos a las exigencias modernas, también a los hábitos y a las costumbres de los diversos lugares, con tal de que no se haga nada contra la conciencia».

No es sólo un problema de estrategias, sino un hecho espiritual, porque supone una continua renovación de nosotros mismos y de nuestra acción en obediencia al Espíritu y a la luz de los signos de los tiempos.

El nacimiento de numerosos Grupos de la FASA surgidos en el siglo XX ha sido el fruto del espíritu de iniciativa y de la ductilidad de los respectivos Fundadores, fieles y creativos hijos de DB.

14. El espíritu salesiano de oración La salesiana es una oración apostólica; es un movimiento que parte de la acción para llegar a Dios, y es un movimiento que, desde Dios, reconduce a la acción llevándole a Él, porque mente y corazón están llenos de su amor.

DB no dedicaba largos tiempos a la oración ni usaba métodos o formas especiales (le bastaban las “prácticas del buen cristiano”), porque acción y oración en él, formaban todo un uno. El trabajo que le ocupaba desde la mañana hasta la noche no distraía su oración; al contrario, la suscitaba y la orientaba; y la oración cultivada en lo profundo del corazón nutría en él energías renovadas de caridad para dedicarse con todo su ser al bien de sus pobres jóvenes.

El nombre mismo de oratorio que dio a su primera institución significa que todo en aquel lugar era oración o podía convertirse en oración; y que todo el bien que se hacía en aquella casa era fruto de la oración: de DB, de sus colaboradores y de sus muchachos.

La oración amplia es típica de los que viven la espiritualidad de DB y realizan su misión. Pero sin descuidar los momentos de oración explícita, nutrida por la escucha de la a Palabra de Dios y respuesta de amor, que transforman la vida en oración y la oración en vida.

15. María Auxiliadora, Maestra de espiritualidad apostólica La devoción a María (junto a la de Jesús Eucaristía y al Papa) marcaron la vida espiritual y apostólica de DB. Toda la Familia Salesiana es y se siente Familia mariana, nacida por la solicitud materna de la Inmaculada Auxiliadora. Todos los Grupos expresan esa convicción en sus textos constitucionales.

Para los Salesianos, Mª Auxiliadora es modelo y guía en su acción educativa y apostólica, madre y maestra en su experiencia formativa, especialmente invocada en su oración. 

Para las Hijas de María Auxiliadora, María virgen madre, humilde esclava, madre del Salvador, es madre y educadora de toda vocación salesiana y «verdadera superiora del Instituto».  Ella es modelo de fe, de esperanza, de caridad y de unión con Cristo, de solicitud y de bondad materna, de vida consagrada, de oración, de disponibilidad, de escucha, de docilidad y colaboración, de caridad apostólica. 

El Salesiano Cooperador «descubre en la Virgen Inmaculada y Auxiliadora el aspecto más profundo de su vocación: ser verdadero “cooperador de Dios” en la realización de su designio de salvación».

Para los miembros de la Asociación de María Auxiliadora, la entrega a María se traduce en «vivir la espiritualidad de lo cotidiano con actitudes evangélicas, en especial con el agradecimiento a Dios por las maravillas que realiza continuamente, y con la fidelidad a Él también en la hora de la dificultad y de la cruz, según el ejemplo de María».

Según las Hermanas de la Caridad de Jesús, María las ayuda a vivir animadas por el Espíritu Santo, a poner en el centro de su vida a Jesucristo, a nutrir un sincero amor y una gran confianza en Ella en sus relaciones con las personas, a imitar sus ejemplos de Mujer creyente que busca la voluntad de Dios en lo cotidiano, de Madre amorosa y solícita para los demás, de Discípula del Hijo cuya Palabra escucha, de Consoladora de los afligidos, de Auxilio de los cristianos y de Madre de la humanidad. 

Las Damas Salesianas se expresan así en su Ideario: «María es la primera laica comprometida, la cual, en la entrega de su ser, acoge fielmente el plano de Dios, transforma en vida su palabra, como mujer, esposa y madre, maestra y testigo, primera evangelizada y evangelizadora. Ella es la inspiración y el modelo que seguir por la Dama Salesiana, y todo esto nos impulsa a proclamarla Primera Dama Salesiana, norma, guía, inspiración, madre, hermana y fiel compañera en nuestra misión».  

 El acto de entrega a diario a María caracteriza, pues, nuestra espiritualidad. La entrega es un dinamismo ascendente: es realizar el gesto del don de sí para responder con generosidad a una misión que realizar; pero es también un dinamismo descendente: acoger con confianza y reconocimiento la ayuda de la que guió a DB y sigue guiando a la FASA.

  • ¿Cómo cultivar el optimismo salesiano?
  • ¿Qué elementos de la ascesis hay que cuidar?
  • ¿Cuándo tener iniciativa y ductilidad?
  • ¿Qué te ha aportado la mirada caleidoscópica que hacen los distintos grupos de la FASA a María Auxiliadora, maestra de espiritualidad apostólica?

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