«Es curioso como 10 días pueden cambiar el curso de la vida»

28 septiembre 2018

Recuerdo todavía la casa pequeña que parecía que creciera cada vez que llegaba alguien nuevo. Ahora ya hace un mes que volvimos, pero algunos todavía tenemos la sensación de estar en Ceuta a la Asociación Elín con la Cande, la Teo, Paula y el resto de voluntarios. Es curioso como 10 días pueden cambiar el curso de la vida. Creo que hablo en nombre de mis compañeros cuando digo que volvimos personas distintas a las que éramos antes de vivir la experiencia en Ceuta.

Supongo que la situación en Ceuta nunca es fácil. Nosotros llegamos cuando hacía muy poco, el 26 de julio, que un grupo muy grande de personas había saltado la valla lo que implicaba que, con el tiempo, muchos de ellos llegaban a Elín además de los que ya llevaban meses vinculados a la entidad y de una saturación preocupante del CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes).
 
Éramos un grupo de voluntarios grande. Durante los diez días hicimos varias actividades. Para empezar, hacíamos rutas mañana divididos en diferentes grupos para tomar un zumo con chicos que estaban en la calle. Una vez acabábamos las rutas hacíamos formaciones entorno a la inmigración en situación de irregularidad, las políticas migratorias y la relación Europa-África.
 
Las formaciones fueron realmente intensas y nos planteaban varios interrogantes en torno nuestra sociedad y nuestra vida. Por la tarde hacíamos clases de castellano y actividades como realizar máscaras, monederos, etc., o bien ir a la playa. Al final del día se hacía una dinámica para cerrar el día y luego se valoraba la organización y las actividades y se planificaba el día siguiente.
 
Estas eran nuestras tareas y actividades, pero la tarea real que realizamos fue poner nombre a las cifras que aparecen en los titulares de las noticias. Los conocimos de tú a tú. Pusimos rostro a personas que desde los discursos políticos y el imaginario colectivo nos vienen a robar el trabajo.
 
Fruto de la convivencia tuvimos la oportunidad de conocer personas realmente valientes que se ven infravaloradas y maltratadas por estereotipos que imperan en el subconsciente de gran parte de la sociedad. Estereotipos injustos que apoyan la discriminación sistémica en la que se encuentran al llegar a Europa.
 
De este modo, nos hemos encontrado en la situación de querer evidenciar esta situación de injusticia en nuestro entorno más próximo. La experiencia nos ha hecho conscientes y más críticos. También más humildes y atentos. Por eso más que un voluntariado, ha sido un intercambio de experiencias.
 
Creo que en diez días aprendimos más que en muchos años de nuestras vidas y han generado muchos interrogantes que aún tenemos que dar respuesta. Quedan todavía muchas cosas de las que vivimos para pensar y repensar, para valorar y para aprender de todos estos chicos que para nosotros son héroes. Unos héroes con ganas de vivir, aprender y soñar. Unos héroes que después de años de dolor lo primero que hacen al verte es sonreírte, darte la mano, ponerse la mano en el corazón y preguntarte, ¿ça va?
 
Boza! Free!

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